El 22 de agosto, un problema técnico impidió dar luz verde a esta misma prueba, valorada como esencial para poder diseñar el plan de desmantelamiento de la planta, que durará décadas; y la operación no pudo comenzar hasta el 10 de septiembre.
Su objetivo principal apunta a extraer pequeñas muestras de los tres reactores que sufrieron fusión de núcleo en 2011, luego de un gran terremoto y tsunami, con vistas a ser analizadas.
La empresa gestora aseguró que se vio obligada a suspender el operativo porque no se pudieron visualizar imágenes de dos de las cuatro cámaras instaladas en el dispositivo de recuperación que se introdujo dentro de la vasija de uno de los reactores.
TEPCO defendió la necesidad de la pausa indefinida para intentar determinar la causa del problema y solucionarlo.
Varios expertos creen que los reactores uno, dos y tres albergan unas 880 toneladas de escombros, como se define en este caso a la mezcla de combustible nuclear fundido con material perteneciente a la estructura del reactor.
Los niveles de radiación en el sitio resultan extremadamente altos, por lo cual retirar los escombros se considera el paso más difícil en el desmantelamiento de la central, cuya tragedia es vista como uno de los peores accidentes nucleares de la historia.
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