Los trapos sucios de Robinson a quien Trump apodó “Martin Luther King con esteroides” y lo llevó al escenario en un mitin reciente, sacudieron la carrera por la Casa Blanca.
El actual vicegobernador, cuya política y personalidad son extremas incluso para los estándares del movimiento MAGA- (Make America Great Again) del exmandatario, vio reflotar ahora referencias de hace más de una década cuando se autodefinió como un “¡NAZI negro!” en un foro de mensajes de un sitio pornográfico de Internet.
También apoyó la reinstauración de la esclavitud, pero el político, que pretende llegar a ser el primer gobernador negro de este estado del sureste del país, con el apoyo de Trump, niega categóricamente ser el autor de esos mensajes.
«Seguimos en la carrera», afirmó Robinson en medio de la controversia luego de negar el Holocausto, alabar a Adolfo Hitler o denigrar al asesinado líder de los derechos civiles Martin Luther King.
La campaña de la candidata demócrata, la vicepresidenta Kamala Harris, reaccionó rápidamente a las implicaciones nacionales del escándalo y trató de equiparar a Trump con Robinson, al argumentar que el expresidente es anti-mujer, inmoral, extremista e inepto para ejercer el cargo.
Dentro de 46 días los votantes estadounidenses decidirán quién será su próximo presidente, pero lo más probable es, como van las cosas, que la elección se reduzca solo a siete estados clave.
Las encuestas nacionales se concentran en el comportamiento de los candidatos Harris y Trump en Arizona, Georgia, Michigan, Nevada, Carolina del Norte, Pensilvania y Wisconsin que podrían conducir a uno u otro hacia la victoria.
Carolina del Norte es un estado que los republicanos ganaron en 10 de las últimas 11 elecciones presidenciales (Barack Obama venció allí en 2008) y por lo tanto recibe especial atención de los demócratas a lo que, de seguro, el caos de Robinson les conviene.
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