El desmontaje de los anillos olímpicos duró una parte de la madrugada, poniendo fin de momento a su presencia de 110 días en el majestuoso monumento de más de 300 metros de altura que identifica a la Ciudad de la Luz.
Según autoridades y medios de prensa, la operación fue un éxito, y la estructura metálica de 30 toneladas de peso, 29 metros de largo y 15 de ancho debe de ser fundida.
La alcaldesa de París, Anne Hidalgo, decidió que los cinco aros permanezcan en la Torre Eiffel al menos hasta el 2028, año de celebración de los próximos Juegos Olímpicos, en Los Ángeles, por lo que serán reemplazados por unos más livianos.
Para Hidalgo es algo hermoso que la torre de 135 años, concebida en su momento como una estructura efímera para la Exposición Universal de 1889, siga aliada a unos juegos que marcaron a la capital francesa y al país.
Sin embargo, su visión no es compartida por muchos, incluida la ministra de Cultura Rachida Dati, quien sobrevivió a la caída del anterior gabinete, y a la Asociación de Descendientes de Gustave Eiffel.
Dati, rival política de la alcaldesa, afirmó que la Torre Eiffel es una obra protegida, esgrimiendo el carácter temporal del montaje de los aros.
Se trata de un monumento protegido, construido por un inmenso ingeniero y creador. El respeto a su gesto arquitectónico y de su obra necesita antes de realizar modificaciones una autorización de trabajo y una evaluación del impacto, subrayó.
Por su parte, el vicepresidente de la Asociación de Descendientes de Gustave Eiffel, Savin Yeatman-Eiffel, cuestionó la idea de asociar definitivamente la estructura a un evento particular.
“La Torre Eiffel, convertida en un símbolo de París y de Francia, tiene una vocación superior a la de enlazarla definitivamente a una organización como los Juegos Olímpicos”, estimó.
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