El reporte del Instituto Nacional de Estadística y de Estudios Económicos (Insee) refleja una deuda estimada en 3228,4 mil millones de euros, con un incremento en los últimos tres meses de 69 mil millones.
Medios de prensa tildan de estratosférico e irreal el escenario, y recuerdan que el endeudamiento masivo del país se disparó frente a la pandemia de la Covid-19.
Los datos muestran que la deuda pública creció en el segundo trimestre debido principalmente a la administración central, sobre todo la del Estado, y en menor medida la de la seguridad social.
En los últimos 20 años el indicador aumentó en 2000 mil millones de euros, dibujando un panorama dramático para las finanzas públicas.
No menos inquietante es la situación del déficit público, el cual pudiera superar un seis por ciento del PIB al finalizar el año, comportamiento superior al proyectado por el gobierno.
El nuevo primer ministro Michel Barnier reconoció el domingo el desafiante escenario, calificándolo de muy grave, y llamó a “un esfuerzo nacional”, que pudiera incluir el incremento de los impuestos a los más ricos y a las grandes empresas.
La deuda y el déficit públicos generarán con seguridad candentes debates en la elaboración y aprobación del presupuesto del Estado francés para el 2025, el primero de muchos retos que enfrentará Barnier.
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