Considerados los más violentos desde el asesinato del líder de la Resistencia de Líbano (Hizbulah) Hassan Nasrallah, el 27 de septiembre, los ataques aéreos con un gran número de bombas de vacío y penetrantes causaron fuertes explosiones durante la madrugada en zonas del suburbio sur de Beirut.
Las incursiones contra la zona capitalina afectaron áreas cercanas a Mreijeh, la autopista Hadi Nasrallah y las cercanías de Hadath, lo que provocó el colapso de varios edificios e infraestructuras, incluido el estadio de Mreijeh, una comisaría de policía, la municipalidad, el supermercado Baydoun y residencias cercanas a la rotonda de Sabaa.
Israel lanzó misiles en la carretera entre los puntos fronterizos de Masnaa y Jdeidet Yabous, para interrumpir el tráfico de cientos de personas desplazadas entre Líbano y Siria.
En el noreste del país, los ataques aéreos impactaron los alrededores de la ciudad de Baalbek, Buday, Shmustar y Hosh Safiya, así como los poblados de Nabi Sheet y las alturas de Janta, en el valle de Bekaa.
Por su parte, los combatientes de Hizbulah frenaron los intentos de las tropas élites de Israel de avanzar por tierra y golpearon ayer reuniones de soldados en cuarteles, sitios, bosques y casas de colonos a lo largo del borde frontal opuesto a las aldeas sureñas.
Además, la Resistencia bombardeó asentamientos y objetivos militares en lo profundo del norte de Israel y colocó explosivos a lo largo de posibles rutas de avance de los enemigos en la frontera ante la anunciada invasión terrestre «limitada».
En el canal de Telegram de los medios militares de la Resistencia, un oficial de campo en la sala de operaciones de Hizbulah detalló que el número de oficiales y soldados israelíes muertos ayer llegó a 17.
En una declaración, los combatientes libaneses enfatizaron que la Resistencia seguirá presente y preparada para defender al país y al pueblo, y «no dudará en cumplir con su deber de disuadir al enemigo de su arrogancia y opresión».
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