Con la decisión, el mandatario evitó que la iniciativa para sacarlo del Elíseo llegara al hemiciclo para su discusión, un reclamo desde la izquierda al que de cualquier manera no se le daban muchas opciones de éxito.
Los diversos grupos en la cámara baja del Nuevo Frente Popular, integrado por socialistas, insumisos, comunistas y ecologistas, se pronunciaron a favor del debate, pero lo marginaron el oficialismo y sus aliados, así como los conservadores del partido Los Republicanos.
Por su parte, la organización de extrema derecha Agrupación Nacional (RN), liderada por Marine Le Pen, optó por la abstención.
La jefa de la bancada de LFI en la Asamblea Nacional, Mathilde Panot, acusó a Le Pen de “salvar a Macron de alguna manera”, al no respaldar la propuesta.
El miércoles pasado la Comisión de Leyes de la Asamblea Nacional francesa había rechazado la iniciativa contra el jefe del Estado, a quien la izquierda señala por ignorar el resultado de las elecciones legislativas.
Después de ese dictamen, los diputados tenían 13 días para decidir la inscripción o no del proceso en las discusiones en el hemiciclo, posibilidad borrada este marte por la conferencia de los presidentes.
La destitución está amparada por el artículo 68 de la Constitución, el cual establece que el presidente de la República puede perder el cargo en caso de “incumplimiento manifiesto de sus funciones”, al actuar de manera “incompatible con el ejercicio de su mandato”.
El argumento del proceso es que Macron marginó la voluntad popular expresada en las urnas, al descartar permitir a la izquierda formar gobierno.
En las legislativas de julio, el Nuevo Frente Popular fue la lista que más diputados logró, con 193, aunque lejos de la mayoría absoluta en la Asamblea Nacional (289), por lo que exigió el nombramiento de Lucie Castets como primera ministra, solicitud desechada por el mandatario, quien designó el 5 de septiembre a Michel Barnier.
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