Christophe es considerado en la llamada Perla de las Antillas un visionario, un genio impulsado por un ideal de grandeza que dejó huellas en la historia de la humanidad y el Caribe.
Henri I nació en San Cristóbal y Nieves y como esclavo fue llevado a Saint Domingue, actual Haití para trabajar en los servicios. Varios historiadores concuerdan que en su adolescencia integró el Batallón de Cazadores Voluntarios y luchó contra los ingleses por la independencia de Estados Unidos.
De regreso al país caribeño se destacó en la rebelión de 1791, conocida como Bois Cayman, y en 1802 ascendió al cargo de general.
Dos años después del triunfo revolucionario en Haití tomó el control de la región norte, y en 1811 la convirtió en un reino y se proclamó como su monarca.
A Christophe se debe la construcción del Parque Nacional Histórico- Citadelle, Palacio de Sans Souci, y los edificios Ramiers, declarados Patrimonio de la Humanidad. Aunque el legado estuvo empañado por los cientos o miles de personas que murieron para erigir las monumentales obras.
En especial la majestuosidad de Sans Souci con sus habitaciones y terrazas espaciosas, le valieron el sobrenombre del Versalles del Caribe.
En 2020 fue develado un cuadro con la representación de los hijos del rey haitiano, como homenaje a su desaparición física.
La obra fue adquirida en 2018 por el Estado haitiano durante la feria de arte de Nueva York en previsión de la conmemoración del bicentenario de la muerte del monarca Christophe, nacido un 6 de octubre de 1767.
Pese a ser conocido como el rey constructor, y sus esfuerzos por impulsar la educación y establecer un sistema legal, existe un amplio consenso sobre el carácter autocrático de su gobierno, y al final del reinado contaba con muy baja popularidad.
Enfermo e indeciso tras un supuesto ataque de paraplejia, se suicidó el 8 de octubre de 1820 con una bala de oro en el palacio de Sans Souci.
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