“Será apretado sin titubeo el gatillo para la defensa de la soberanía y la seguridad” (de ocurrir otro incidente similar), proclamó una declaración del Ministerio de Relaciones Exteriores.
Según el documento, a horas avanzadas de los días 3, 9 y 10 de octubre, drones surcoreanos dejaron caer sobre el populoso municipio de Jung miles de volantes “que desacreditan la soberanía y dignidad de la RPDC y difaman su régimen socialista”, con lo que Seúl cruzó “la línea roja de su conducta provocativa”.
Señaló que para peor, se emplearon drones, los cuales pueden ser considerados medios de ataque militar, y subrayó que “esta es una provocación tan grave que no puede tolerarse ni perdonarse”.
La hostilidad sobrepasa el límite, constituye una violación flagrante de la sagrada soberanía nacional y la seguridad de la RPDC y del derecho internacional, y es un grave acto de ataque militar, cuyo precio debe pagarse sin falta, subrayó.
Apuntó, además, que la operación revela una conducta “peligrosísima y aventurera” que aumenta el peligro de una guerra en la Península Coreana, y llamó a la comunidad internacional a condenarla en términos enérgicos «para frenar la bravuconada» de Corea del Sur.
Consideramos el caso como una grave provocación político-militar que debemos castigar, ejerciendo el derecho a la autodefensa sin necesidad de dar más explicaciones, enfatizó.
El Ministerio de Defensa Nacional de la RPDC, el Estado Mayor General y las unidades de distintos niveles del Ejército Popular -notificó- emprendieron preparativos para responder a las disímiles circunstancias que se deriven del hecho.
Añadió que, como primer paso, todos los medios de ataque de la RPDC serán movilizados y estarán en capacidad de entrar en acción en cualquier momento para malograr provocaciones similares u otras.
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