La magnitud de la catástrofe puede calcularse por los más de dos millones de desplazados que buscan refugio en los 68 campamentos establecidos a toda prisa por el gobierno de este país donde, además, cinco estados del sureste están en penumbras por un colapso energético de causas aún por determinar.
En realidad la crisis comenzó con las inundaciones de septiembre, pero existe la certeza de que la catástrofe sobrepasará la devastación por las mismas causas de 2022 cuando las riadas cobraron 500 vidas, debido a la persistencia de las precipitaciones de la presente temporada lluviosa.
De inmediato las autoridades del estado sureño solicitaron ayuda urgente del gobierno federal y de las agencias internacionales para enfrentar el drama, que aumenta en la misma medida que persisten los copiosos aguaceros.
Varios países de los cuatro confines del continente sufren los efectos de una prolongada sequíay, ahora, los aguaceros ocasionados por el fenómeno climático El Niño, hijo natural del calentamiento del océano Pacífico oriental.
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