El 26 de julio de 1953, el líder revolucionario encabezó el intento de toma sorpresiva de esas dos fortalezas castrenses en el oriente cubano, que marcó el comienzo de la lucha armada contra la tiranía de Fulgencio Batista (1952-1959).
Al asumir su defensa en el proceso penal por esos hechos, Fidel Castro se convirtió de acusado en acusador de la dictadura, y denunció los crímenes contra el pueblo de la isla, y el asesinato a sangre fría de unos 50 jóvenes participantes en la acción capturados.
«No se mató durante un minuto, una hora o un día entero, sino que en una semana completa; los golpes, las torturas, los lanzamientos de azotea y los disparos no cesaron un instante, como instrumento de exterminio manejados por artesanos perfectos del crimen», expresó.
«El cuartel Moncada se convirtió en un taller de tortura y muerte, y unos hombres indignos convirtieron el uniforme militar en delantales de carniceros», agregó.
El discurso, impreso posteriormente para su divulgación clandestina bajo el título La historia me absolverá, fue la presentación de la agenda política de la nueva etapa de lucha contra la dictadura batistiana.
El texto señaló los males de la Cuba de entonces, resumidos en seis problemáticas fundamentales: de la tierra, de la industrialización, de la vivienda, el desempleo, la educación y la salud, y formaron parte del programa de transformaciones de la revolución triunfante el 1 de enero de 1959.
Al referirse al documento, desde el presidio en Isla de Pinos, donde fue confinado, Fidel Castro escribió: «La importancia del mismo es decisiva; ahí está contenido el programa y la ideología nuestra, sin la cual no es posible pensar en nada grande”.
Además, la denuncia completa de los crímenes que aún no se han divulgado suficientemente y es el primer deber que tenemos para con los que murieron, apuntó.
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