En una homilía durante la masiva procesión del Señor de los Milagros, el también arzobispo de Lima señaló que ese derecho ejercido organizada y pacíficamente, es reconocido por la Constiución y por la Doctrina Social de la Iglesia católica.
Añadió que la protesta se define “como un deber, una organización de base para exigir pacíficamente, para impedir las injusticias y para preservar su absoluta autonomía sin ser coaccionada ni manipulada por intereses políticos y económicos”.
“Una forma de unidad para reivindicar un derecho legítimo, procediendo pacíficamente, eleva la conciencia y se acerca grandemente a la unidad que quiere Dios entre los cristianos, que difunde la unidad por el bien de los seres humanos”, añadió la autoridad religiosa.
Llamó por otra arte a la unidad generosa y promotora de las personas y de los pueblos y sobre todo dedicada a los más débiles, pobres y marginados, más vulnerables y golpeados por la vida.
Se solidarizó por otra parte con recientes protestas de transportistas y pequeños empresarios contra la ola de criminalidad desbordada, criticó recientes y fracasados anuncios de prohibir que operen cerca del centro de Lima pequeños comerciantes y criticó la violencia contra estudiantes que protestaban en una universidad.
El cardenal Castillo criticó a aquellos peruanos indiferentes al sufrimiento del pueblo, muchos de loc cuales suelen declararse cristianos y católicos pero mantienen “la costumbre colonial de despreciar y maltratar”.
“Otros parecen pertenecer a diversas bandas delincuenciales y mafiosas, dado que las promueven y apoyan de múltiples maneras”, señaló en medio de críticas a cuestionadas normas aprobadas por el parlamento que afectan la lucha contra la criminalidad.
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