Como cada año, a partir de la noche del 21 de octubre, en la peculiar jornada de homenaje a quien también llaman El Nazareno de Portobelo, los feligreses acuden tras caminar decenas de kilómetros para pedir perdón por sus pecados o agradecer su divinidad al curarlos de alguna enfermedad y hasta salvarlos de la muerte.
El vetusto santuario, donde está ubicada su efigie, según dispuso hace unas semanas el presidente de la República, José Raúl Mulino, recibirá entre agosto y septiembre de 2025 una restauración capital.
Al respecto, el obispo de Colón Kuna Yala, Manuel Ochogavía, precisó a los medios de comunicación que el proceso requerirá de varias etapas, entre ellas, el estudio técnico y la licitación para acometer tamaña obra.
De acuerdo con el religioso, primero se restauraría el templo San Juan de Dios que está detrás, para luego trasladar el culto y la imagen.
El Ejecutivo había anunciado incluso que los mandatarios que participen de la Asamblea General de los Estados Americanos en 2026, de la cual Panamá será sede, serán llevados a Portobelo para que conozcan la riqueza cultural y turística que guarda esta localidad de la Costa Atlántica.
Según algunos historiadores, desde 1658, todos los 21 de octubre el pueblo de Portobelo celebra una multitudinaria procesión y misa en honor al Cristo Negro.
Hay diversas teorías sobre el origen de ese santo en el istmo, entre ellas una que asegura que la imagen esculpida en madera negra con una túnica morada fue rescatada de las aguas del Caribe por un indígena, víspera de que se desatara una epidemia de viruela, que cesó cuando el pueblo le rogó protección, el 21 de octubre de 1658.
Otra versión, según la prensa local, es que la imagen llegó a Portobelo a bordo de un galeón español con el objetivo de ser trasladada a Perú o Colombia, pero las violentas ráfagas de viento y lluvias provocaron que los marineros desistieran de zarpar y optaran por dejarla allí.
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