Por Fausto Triana
El Estadio Santiago Bernabéu de esta capital será escenario de una simbólica final repetida del torneo europeo en la pasada temporada, cuando el Real Madrid ganó su decimoquinta Orejona frente el Borussia Dortmund.
Las cosas han cambiado desde entonces. Los merengues todavía se resienten del retiro de su director de orquesta en el mediocampo, el alemán Toni Kroos, y de algún modo del polivalente Nacho Fernández y el revulsivo por excelencia Joselu Mato, ambos en ligas árabes.
Ahora pudieran presumir de la voracidad goleadora de Mbappé y Vinicius, la solidez en recuperación del mediocampo liderado por el inglés Jude Bellingham y el uruguayo Fede Valverde, y el hermetismo en el arco del belga Thibaut Courtois.
Sin embargo, el conjunto madridista no es convincente en su juego y su técnico, Carlo Ancelotti, es criticado con frecuencia por no dar con la tecla de un estilo.
Mientras triunfen, los comentarios negativos se diluyen. De todos modos, perder ante el Lille en Champions (0-1) y vencer con demasiadas angustias al Celta de Vigo (2-1) son noticias cuando menos preocupantes.
El Barcelona, en cambio, se hace cada vez más temerario por su gusto por el gol y una contundencia en el área notable que confirma el excelente momento del polaco Robert Lewandowski, Pichichi del torneo hasta la fecha con 10 goles, el inspirado brasileño Raphinha y el mozalbete Lamine Yamal.
Luego, aportan bastante Pedri y aguarda con ansias la puesta en forma tras lesiones de Dani Olmo y Gavi. Hay cierta magia en el esquema que proyecta el entrenador germano, Hansi Flick.
Empero, la sola mención del Bayern de Munich remueve el piso de los catalanes. Es su bestia negra, aunque el 2-8 encajado en 2020 fue precisamente ante un plantel bávaro dirigido por Flick.
Igual, no sirve de mucho, porque los ahora dirigidos por el belga Vincent Kompany siguen con ambición de títulos, y la Champions League es uno de sus tesoros favoritos.
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