viernes 25 de octubre de 2024
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Nuevos estudios sobre evolución humana en la meseta del Tíbet

Washington, 23 oct (Prensa Latina) Las mujeres habitantes de la meseta tibetana han resistido y adaptado su fisiología de forma que optimiza su éxito reproductivo bajo condiciones de hipoxia, comprueba un estudio difundido hoy aquí.

Publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), explica que en las alturas extremas de la meseta tibetana, donde la mayoría de los seres humanos lucharían por respirar debido a los bajos niveles de oxígeno, las comunidades locales han prosperado por más de 10 mil años.

La antropóloga de la Universidad Case Western Reserve de Estados Unidos y lider de la investigación Cynthia Beall estudió cómo ciertos rasgos biológicos, relacionados con el suministro de oxígeno, están asociados a la capacidad reproductiva de estas mujeres.

Según Beall, comprender cómo se adaptan las personas a entornos tan extremos nos ofrece una ventana hacia los mecanismos de la evolución humana.

La adaptación a la hipoxia a gran altitud es fascinante porque el estrés es grave, lo experimentan todos por igual a una altitud determinada y es cuantificable, explicó. Es un bello ejemplo de cómo y por qué nuestra especie tiene tanta variación biológica, agregó.

En su estudio, Beall y un equipo internacional de científicos analizaron a 417 mujeres tibetanas de entre 46 y 86 años que residen a altitudes entre tres mil y cuatro mil metros en el Alto Mustang, Nepal, recopilando datos fisiológicos, muestras de ADN, información sobre la cantidad de hijos que habían tenido y factores socioculturales.

Las mujeres que tuvieron más hijos (algunas hasta 14) presentaban una combinación única de características. No se trataba de tener más hemoglobina –la molécula que transporta el oxígeno en la sangre–, sino de usarla de manera más eficiente.

Las más exitosas desde el punto de vista reproductivo mostraban niveles de hemoglobina cercanos al promedio, pero con una mayor saturación de oxígeno. Esta combinación resultó ser la clave: permite transportar más oxígeno sin hacer que la sangre se vuelva más espesa, lo que evita sobrecargar el corazón.

Las mujeres con mayor número de hijos también presentaban características cardíacas especiales: un mayor flujo sanguíneo hacia los pulmones y ventrículos cardíacos más anchos.

Para los autores, parte de esta adaptación tiene raíces antiguas, os sea, que uno de los rasgos estudiados proviene de los denisovanos, una especie humana extinta que vivió en Siberia hace unos 50 mil años.

Sus descendientes, que más tarde migraron a la meseta tibetana, portaban una variante especial del gen EPAS1, que hoy es exclusiva de las poblaciones tibetanas y ayuda a regular la concentración de hemoglobina.

mem/alb

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