A principios de la madrugada de este sábado fuertes explosiones, en principio de origen desconocido, fueron escuchadas en zonas de esta capital sin que alteraran la normalidad cotidiana ni el tráfico aéreo, que había sido reiniciado tras varias horas suspendido el viernes.
Durante la confusión generada por las detonaciones y lo desconocido de sus causas, esta capital permaneció en calma mientras el tráfico aéreo con el interior y el exterior de la República Islámica no sufrió modificaciones.
La situación se aclaró horas después por un comunicado de la Defensa Aérea el cual reportó que “el régimen israelí atacó instalaciones militares en las provincias de Teherán, Juzestán e Ilam”, y aseguró que las acciones fueron frustradas por esa arma sin proporcionar más detalles.
En el parte más reciente, el Ejército de la República Islámica reconoció solo la muerte de dos oficiales y
daños materiales en sus sitios castrenses que Teherán describió como limitados.
En cierta medida la operación fue una suerte de parto de los montes, muy alejada de la muy anunciada por el gobierno israelí sobre una acción devastadora e inesperada que desconcertaría a la República Islámica y neutralizaría su capacidad combativa.
Ahora la incógnita es si esta operación de Tel Aviv es un globo sonda para conocer la determinaciòn de la República Islámica o una respuesta para salvar cara tras el exitoso ataque iraní contra su territorio de inicios de este mes.
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