Según declaró el gerente de la DIHK, Martin Wansleben, la economía nacional no solo atraviesa dificultades coyunturales, también afronta una crisis estructural.
Nuestras cifras no dan razones para el optimismo; por el contrario, las noticias que recibimos de las empresas apuntan a que las cosas pueden empeorar, afirmó el funcionario al presentar el informe.
“Nos preocupa enormemente hasta qué punto Alemania se está convirtiendo en una carga económica para Europa y ya no puede cumplir su papel de caballo de batalla económico”, remarcó.
Por su parte, el Instituto de Estudios Económicos de la Universidad de Múnich (IFO) advirtió sobre el posible incremento de la inflación en el país, a partir de una encuesta a empresarios de los sectores industrial, minorista y de servicios corporativos.
El índice de expectativas de precios del IFO subió hasta los 15,9 puntos en octubre desde los 14,1 de septiembre y en los próximos meses, la tasa de inflación debería repuntar ligeramente para alcanzar meta del dos por ciento fijada por el Banco Central Europeo, afirmó la institución en un comunicado.
En medio de la incertidumbre, miles de trabajadores iniciaron este martes huelgas en diferentes ciudades para reclamar mejoras salariales y por el creciente temor de quedar sin empleo debido a los planes de restructuración de importantes compañías de la rama automotriz.
Otro sondeo de la asociación automovilística VDA estimó que la transformación de esa industria podría provocar la pérdida de hasta 140 mil puestos de trabajo de aquí a 2035.
“Cada vez está más claro que no hay lugar para interpretaciones: Europa, especialmente Alemania, está perdiendo cada vez más competitividad internacional”, señala el reporte de la VDA.
De acuerdo con el análisis, el precio de la electricidad para las empresas germanas es hasta tres veces superior al de sus competidores internacionales; además, pagan altos impuestos y “las cargas burocráticas no dejan de aumentar”.
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