El museo viviente más importante de América posee uno de los conjuntos arquitectónicos coloniales mejor conservados del continente. Un jigüe recuerda la primera misa oficiada por Fray Juan de Tesín, en la Navidad de 1513.
Al norte de este punto, rodeado de mansiones coloniales con lujosos decorados, la Plaza Mayor y la Iglesia de la Santísima Trinidad, donde reposa una obra dedicada al famoso Cristo de la Vera Cruz y un altar -único de su tipo- en homenaje a la Virgen de la Misericordia.
Las enrevesadas calles empedradas con sus chinas pelonas y desagüe al centro conducen al conjunto histórico, declarado por la Unesco Patrimonio Cultural de la Humanidad en 1988.
Museos y centros sociales y comerciales atienden las necesidades sociales de sus habitantes, mientras las casas cultos se encargan de recordar las tradiciones de los congos y otras etnias de África, legado de la esclavitud durante siglos en la etapa colonial.
Al observar los interiores de los palacetes, hoy museos, se descubren muebles de antaño y portarles protegidos por las balaustradas, barandas, rejas de finas láminas de madera preciosas o hierro y patios, mientras grandes y amplias puertas dan iluminación y frescura a los interiores.
Los techos del entramado habitacional son protegidos por las tejas criollas (acanaladas) y la de estilo francés (planas con decorado) admiradas por el sabio alemán Alejandro de Humboldt en su visita a esta ciudad en el siglo XIX, y una jardinería fina sobresale con plantas de hojas y flores de diversos matices.
En este punto de la geografía cubana, al sur de Sancti Spíritus, en el Valle de los Ingenios se conserva la herencia del desarrollo azucarero. Florecieron las colonias (cultivo de la gramínea) y los trapiches, convirtiéndose en los máximos productores del azúcar mascabada (cruda), riquezas para hacer brillar en América y el mundo a La Trinidad.
Aquí quedaron como símbolo de la opulencia más de un centenar de importantes reliquias, entre ellas la Torre Manaca-Iznaga, de 45 metros de altura y su leyenda fantástica que enfrentó a dos hermanos, uno construyendo hacia el cielo y el otro se dice, realizando un pozo para ver quién era más pudiente.
Al sur, el mar Caribe baña las playas de la Península Ancón, considerada «el Varadero del sur», y donde está uno de los polos turísticos más importantes de la Isla, mientras en las montañas de Guamuhaya, más conocidas por Escambray, –a 800 metros sobre el nivel del mar- el Parque Nacional Topes de Collantes.
Una hermosa vegetación rodea el Salto del Caburní (Monumento Natural) donde tiene su hábitat el ave nacional, el Tocororo (Priotelus Temnurus), de hermosos y vistosos colores, similares a los de la bandera cubana: azul, rojo y blanco.
Allí, entre la frescura de los acantilados se reproduce la Flor nacional: La Mariposa blanca (Hedychium Coronarium Koenig) y crecen los helechos arborescentes famosos en esta zona cubana. Estos encantos unen flora y fauna de riquezas inigualables como refugios de aves y reptiles en peligro de extinción.
mem/rga