El primero recibió 78 años y nueve meses de prisión y Queiroz 59 y ocho meses.
«La justicia a veces es lenta, es ciega, es estúpida, es injusta, es equivocada, es torcida, pero llega. La justicia llega a aquellos que como los acusados piensan que nunca serán golpeados por la justicia», afirmó la jueza Lúcia Glioche en la lectura de la sesión.
El IV Tribunal del Jurado de la ciudad de Río de Janeiro decretó que los asesinos, que también ultimaron en el atentado al conductor Anderson Gomes, recibieran altas penas por los crímenes de doble homicidio triple calificado (motivo torpe, emboscada y recurso que dificultó la defensa de la víctima).
También por el intento de asesinato contra la entonces asesora de la concejala, Fernanda Chaves, que sobrevivió a la agresión.
Se comprobó que Lessa disparó a Franco, el objetivo de la acción, y a Anderson, mientras que Queiroz admitió ser el conductor del automóvil marca Chevrolet Cobalt de color plateado usado en el ataque.
Franco y su chofer fueron ultimados en una céntrica zona de Río en la noche del 14 de marzo de 2018.
Trece disparos de una subametralhadora HK MP5, de alta precisión y utilizada solo por fuerzas policiales de élite, alcanzaron el vehículo en que se trasladaban.
Además de la condena, los asesinos tendrán que pagar una pensión alimenticia al hijo de Anderson hasta que el niño cumpla los 24 años.
De igual manera deberán desembolsar cerca de 13 mil dólares por daños morales para la viuda del conductor, la madre y la compañera de la concejala y los hijos de las víctimas.
El juicio terminó después de dos días de emotivos testimonios de familiares, interrogatorios de los acusados confesos por videoconferencia y debates entre defensa y acusación.
La víspera, nueve de los ocho testigos convocados (seis de acusación y dos de defensa) dieron testimonio.
En los interrogatorios, Lessa pidió perdón a las familias de las víctimas y a la suya por el crimen. Señaló que Franco fue asesinada porque era «una piedra en el camino» en la asignación de terrenos a milicianos.
Reconoció que le ofrecieron una recompensa de unos ocho millones de dólares, según se cotizaba esa moneda en aquel entonces, para cometer el crimen. «Me quedé ciego», refirió.
Queiroz declaró que fue llamado por Ronnie para conducir el vehículo en el día del crimen y solo cuando llegó al lugar de los hechos se dio cuenta que era un asesinato.
El caso Franco tuvo repercusión internacional y convirtió a la socióloga y feminista en un símbolo político en la lucha por los derechos humanos y la mayor participación de las mujeres negras en los espacios de poder en Brasil.
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