Al decir de Zhou Rong, guía de turistas, aquí se encuentra el obelisco budista más famoso de toda China, la Gran Pagoda del Ganzo Salvaje, cuya construcción data del año 652 (de nuestra era) durante la dinastía Tang.
“La pagoda deviene símbolo del budismo, y se erige dentro del Templo de la Gran Maternidad, construido para la madre del emperador, y tiene más de mil años de antigüedad”, argumentó Zhou.
El gobierno local reconstruyó esta ciudad y preserva la arquitectura de la época. La calle se revitalizó también como un destino turístico.
La turoperadora refirió que la arquitectura de la dinastía Tang se puede identificar a través de la forma del techo similar a la cola de un pez.
“También simboliza una cola de dragón. Nosotros los chinos creemos que somos descendientes del dragón y el dragón siempre está vivo en el agua. En la dinastía Tang, la arquitectura era simple, pero muy imponente y simbolizaba la resistencia al fuego”, subrayó.
El pasado y el presente convergen en este lugar de visita obligatoria para quienes desean disfrutar del arte, la culinaria y formar parte de la historia y patrimonio tangible e inmaterial del gigante asiático.
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