En su jornada de apertura, el pasado 21 de octubre, la presidenta del evento y ministra de Ambiente de Colombia, Susana Muhamad, aseguró que el éxito del foro se mediría por los progresos que se concretaran en cuatro temas fundamentales.
Mencionó entonces la necesidad de establecer un programa de trabajo para los pueblos indígenas y comunidades locales de manera que estas contribuyan en la implementación del Marco Mundial de Kunming-Montreal adoptado durante la COP anterior.
También consideró que era preciso avanzar en las decisiones que conciernen a la información digital sobre secuencias de recursos genéticos (DSI por sus siglas en inglés), lo cual calificó como un proceso estratégico.
Comentó que era indispensable un mayor compromiso de los países desarrollados para incrementar los fondos para la protección de la biodiversidad y la atracción de nuevas fuentes, al tiempo que abogó por la implementación de un sistema de seguimiento a través del establecimiento de parámetros para evaluar el cumplimiento de los objetivos acordados.
De esas metas propuestas, el cónclave mundial avanzó concretamente en las dos primeras.
Se logró el primer objetivo importante de negociación, que fue la aprobación del Plan de Trabajo para Pueblos Indígenas y Comunidades Locales y también la creación de un órgano subsidiario que incluye el reconocimiento de los afrodescendientes en el Convenio sobre Diversidad Biológica (CDB).
Ya en el epítome del encuentro, los delegados acordaron crear el llamado Fondo de Cali, que establece pagos por el uso de secuencias genéticas digitalizadas.
Uno de los más importantes objetivos del mecanismo financiero será garantizar el acceso de los beneficios obtenidos por la utilización de la información genética de la biodiversidad a los países de donde proceden esos datos.
Sin embargo, en cuanto al tema de la financiación el progreso fue casi nulo.
De acuerdo con el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, es preciso recaudar 200 mil millones de dólares por año para proteger la diversidad biológica.
Si bien los países desarrollados se comprometieron a duplicar su ayuda anual para 2030, los 30 mil millones de dólares que ese monto implica está muy lejos de las necesidades reales.
Actualmente, gran parte de los recursos para la biodiversidad es gestionada por el Fondo para el Medio Ambiente Mundial, pero algunos Estados, entre ellos varios de África, estiman que otro mecanismo debe ser creado porque el existente no es estrictamente justo o transparente.
Por su parte, algunos representantes de países desarrollados, entre ellos miembros de la Unión Europea, alegan que no es necesaria la creación de un nuevo instrumento financiero y refieren que el aporte de estos recursos no debería recaer sobre sus fuentes gubernamentales.
En cambio, expresan, deben ser asumidos por entidades privadas o naciones emergentes, lo cual constituye un modo de desmarcar a los gobiernos de los países desarrollados de su responsabilidad con los subdesarrollados, que sin duda son los más necesitados.
Otro tema muy espinoso del cual no se derivaron conclusiones resultó ser el diseño de un marco de monitoreo para dar seguimiento a las acciones de los Estados en lo que concierne a la biodiversidad.
Según explicó Muhamad, esos temas inconclusos dejan algunos retos para la Convención y toca subsanarlos, pero sobre estos la discusión siempre fue muy polarizada y quedaron así.
En su propio resumen, la funcionaria expuso que los grandes éxitos del evento tienen que ver concretamente con el aumento de la conciencia sobre la necesidad de salvar la biodiversidad del planeta por parte de los sectores sociales.
“Esta fue la COP de la Gente, instaló la Coalición de Paz con la Naturaleza y se logró articular un gran movimiento (cuyo objetivo es sumar a gobiernos y ciudadanía), tal vez la campaña de educación más grande que haya tenido Colombia en su historia y la movilización por la vida más importante que hayamos hecho”, concluyó.
La COP17 se realizará en Armenia en 2026.
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