El peritaje del cuerpo de bomberos excluyó por completo cualquier intencionalidad en el siniestro ocurrido el 11 de octubre y que redujo a cenizas el emblemático templo construido a finales del siglo XIX, en pleno auge de la explotación salitrera.
La edificación era parte de la herencia cultural de la ciudad y en 1994 fue declarada Patrimonio Nacional.
De estilo mixto, con características góticas y neoclásicas, y construida totalmente de madera, la iglesia era denominada indistintamente como de San Francisco o de San Antonio de Padua por la parroquia a la cual pertenece.
El comandante de Bomberos de la localidad, Jorge Medina, dijo al diario La Estrella de Iquique que, sin duda alguna, el punto de origen de las llamas estuvo en una fuente eléctrica ubicada en el segundo piso, encima del altar principal.
A pesar del rápido arribo de las unidades contra incendios, la madera ardió con rapidez y consumió todo el edificio, afectando también a viviendas cercanas.
El delegado presidencial de la Región de Tarapacá, Daniel Quinteros, calificó el hecho como una catástrofe patrimonial.
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