Un estudio, basado en datos aportados por 156 países, apunta que 8,1 billones de dólares, el 70,0 por ciento del total, se deriva de gastos asociados a hábitos alimenticios poco saludables que provocan enfermedades no transmisibles, indica una nota divulgada por la oficina de prensa de ese organismo internacional.
Entre dichas patologías se citan las cardiopatías, los accidentes cerebrovasculares y la diabetes, relacionadas con 13 factores de riesgo alimentario, entre los que cabe destacar una ingesta insuficiente de cereales integrales, frutas y hortalizas, un consumo excesivo de sodio, así como de carnes rojas.
A las consecuencias de patrones de alimentación poco saludables se adicionan los costos relacionados con la degradación ambiental y las desigualdades sociales, apuntan los expertos de la FAO.
Los costos asociados con las emisiones de gases de efecto invernadero, la escorrentía de nitrógeno, los cambios en el uso de la tierra y la contaminación del agua son particularmente altos en los países cuyos sistemas agroalimentarios están en proceso de diversificación, donde se calcula que estos rondan los 720 mil millones de dólares.
Sin embargo, los países que afrontan mayores costos ambientales, en términos relativos, son aquellos afectados por crisis prolongadas, ya que en ellos estos equivalen al 20,0 por ciento de su Producto Interno Bruto (PIB), precisa el análisis.
Los costos sociales, entre los que figuran pobreza y subalimentación, son significativos en los sistemas agroalimentarios tradicionales y en los afectados por crisis prolongadas, donde representan el 8,0 y el 18,0 por ciento del PIB, respectivamente.
Esta situación pone de relieve la urgente necesidad de mejorar los medios de vida e integrar las labores humanitarias, de desarrollo y de consolidación de la paz, añade el reporte.
El informe sobre El estado mundial de la agricultura y la alimentación (SOFA) de 2024 enfatiza la importancia de una transformación de los sistemas agroalimentarios orientada hacia el valor, para que sean más sostenibles, resilientes, inclusivos y eficientes.
Dicha transformación “debe trascender las medidas económicas tradicionales, como el PIB, y valerse de la contabilidad de costos reales para desvelar los costos ocultos”, expresa el documento.
“Las decisiones que adoptemos ahora, las prioridades que establezcamos y las soluciones que apliquemos determinarán nuestro futuro común”, manifestó al respecto el director general de la FAO, Qu Dongyu.
La transformación de los sistemas agroalimentarios mundiales, agregó Qu, “es fundamental para lograr los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y para garantizar un futuro próspero para todos”.
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