La discusión sobre las venideras justas presidenciales y su posible candidatura «se hará con seriedad y sobriedad junto a los partidos que lo apoyan”, declaró Lula durante una entrevista con la periodista Christiane Amanpour, de la estación televisiva CNN y citada por medios locales.
Si en el momento adecuado deciden que no hay otro candidato para enfrentar a una persona de extrema derecha, negacionista, obviamente estaré listo para enfrentarme, remarcó.
Pero, aclaró, «espero que no sea necesario. Espero que tengamos otros candidatos y podamos promover una gran renovación política en Brasil y en el mundo».
Manifestó que tiene el compromiso de entregar el país con una economía equilibrada y menos desempleo. «Voy a dejar de pensar en 2026», infirió.
El jefe de Estado destacó que elegir un candidato joven para la contienda electoral no resolvería las cuestiones de gobierno. «Gobernar no es practicar deporte; no es la juventud la que va a resolver el problema de la gobernanza. Lo que va a resolver es la competencia, el compromiso, la salud y la capacidad del gobernante», reflexionó.
También minimizó la posible influencia de la relación entre el expresidente Jair Bolsonaro y el electo mandatario estadounidense Donald Trump sobre una candidatura del primero en 2026.
«Él (Bolsonaro) era presidente y yo lo derroté. Si él estaba apoyando a Trump, no tiene voto en Estados Unidos», recordó.
Por tercera vez el extornero mecánico, como pretendiente del PT, resultó elegido el 30 de octubre de 2022 para gobernar Brasil, 12 años después de dejar el cargo.
El exsindicalista enfrentó por sexta ocasión otro escrutinio (aquella vez en segunda vuelta). Lo hizo en 1989, 1994 y 1998, y solo venció en 2002, 2006 y 2022.
Lula ganó esa segunda ronda de sufragio con 50,90 por ciento de los votos válidos, al derrotar a Bolsonaro, quien codiciaba reelegirse por el Partido Liberal y recibió 49,10.
Ambos disputaron el balotaje por no lograr en el primer pleito del 2 de octubre de 2022 la mayoría absoluta de papeletas, es decir, más de la mitad de las válidas (excluidas blancas y nulas), como establece la legislación para ser electo.
El resultado en las urnas se consideró la votación presidencial más cerrada de la historia reciente del gigante sudamericano, que afrontó una polarización sin precedentes.
Bolsonaro fue el primer jefe de Estado en funciones que no pudo reelegirse y tampoco lideró las encuestas en el año anterior a las votaciones, algo que no ocurrió en los intentos -exitosos- de Fernando Henrique Cardoso, en 1998, Lula (2006) y Dilma Rousseff (2014).
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