Perelló refiere en su cuenta en Facebook, elementos que destacan este escenario como un importante espacio de cultura y conocimiento.
Explica que se trata de la bautizada como La Isla de la Memoria. El turismo se reconoce cada vez más como un agente de cambio cultural y se identifica como fuerza de enriquecimiento cultural, renacimiento, sensibilización y búsqueda, señala.
Una vez que un elemento histórico-cultural se transforma en un producto turístico, su valor cultural también se transforma en un Valor comercial, proceso que también estimula la reinvención del pasado.
Como referente y símbolo de la tragedia engendrada por la trata trasatlántica, la isla senegalesa de Gorée se convirtió en un destino emblemático del turismo cultural conmemorativo que atrae cada año a decenas de miles de visitantes, entre ellos a afrodescendientes procedentes de muchos países del mundo.
Situada a menos de cuatro kilómetros de la costa de Dakar, con una superficie de apenas 17 hectáreas, la isla de Gorée se transformó en emblema de la trata trasatlántica.
En ella, diferentes elementos dan cuenta de la trata de esclavos que tuvo lugar en la isla entre los siglos XV y XIX: nombres de calles, casa del gobernador general, fuertes militares, monumentos, plazas, y el Museo Casa de los Esclavos, el lugar más visitado de Senegal, que acoge cada día a centenares de visitantes.
Dicho lugar desde 1978 es Patrimonio Mundial de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).
La isla de Gorée (Île de Gorée) fue durante más de tres siglos uno de los mercados de esclavos que aprovisionó a los Estados Unidos, el Caribe y Brasil. En 1444 fue invadida por los portugueses, quienes la utilizaron como un puerto de atraque para sus barcos, hasta que en 1536 construyeron una de las primeras casas de esclavos.
En 1621, los holandeses edificaron un asentamiento para proteger su negocio de tráfico de esclavos. Posteriormente, Gorée fue conquistada por los franceses, que la dominaron hasta la independencia de Senegal en 1960.
La pequeña isla, por su posición estratégica, ofrecía un refugio seguro para el anclaje de barcos, de ahí el origen de su nombre: Good Rade. A partir del siglo XVI, los europeos instalaron fuertes militares y asentamientos desde Senegambia hasta el golfo de Guinea, que servían tanto de escala económica, como de refugio contra las agresiones de las potencias europeas rivales y contra los ataques de los estados africanos vecinos.
La isla de Gorée se convirtió en una sede de trata de esclavos clandestina. Allí llegaron a funcionar 28 casas de esclavo que recibían a las personas secuestradas desde diversos puntos de África Occidental.
El reconocimiento del sitio a escala mundial se debe en gran parte a Boubacar Joseph Ndiaye, su primer conservador, que no escatimó esfuerzos para dar a conocer la historia de Gorée.
Desde esta pequeña isla Gorée frente al puerto de Dakar, salieron unos 20 millones de personas rumbo a las plantaciones americanas. Hoy Goree es un pequeño remanso de paz y las antiguas casas de esclavos ocultan, bajo su belleza colonial, su historia de infamia y muerte, concluye la reseña.
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