La noche del pasado miércoles el sujeto identificado como Francisco Wanderley Luiz pretendió acceder al Supremo Tribunal Federal y, al no lograrlo, lanzó artefactos explosivos de fabricación casera frente a la sede de la corte superior.
Más tarde, Wanderley Luiz, de 59 años, murió tras activar un artilugio adherido a su cuerpo.
El atacante fue excandidato a concejal del Partido Liberal, organización política que encabeza el expresidente Jair Bolsonaro.
Para el ministro Alexandre de Moraes, del STF, el atentado no es un hecho aislado y defendió el castigo a los criminales que atentan contra la democracia. Argumentó que la eventual impunidad generará aún más agresividad.
Según De Moraes, el país necesita pacificación, pero solo será posible con el castigo de los golpistas.
Evaluó, además, que el episodio puede ser el atentado más grave contra el Supremo.
«Dios quiera que sea un acto aislado, pero en el contexto, es de una trama que se inició allá atrás», apuntó el juez.
En tal sentido, citó la llamada oficina del odio como iniciador de discursos contra las instituciones, el Supremo, la autonomía del Poder Judicial, los ministros y sus familias.
Alertó que este proceso se encumbró sobre el falso manto de una criminal utilización de la libertad de expresión. «En ningún lugar del mundo eso es libertad de expresión. Eso es un crimen», remarcó.
De Moraes consideró que el resultado del intento de descrédito de las instituciones fue el 8 de enero de 2023, cuando adeptos radicales de Bolsonaro invadieron y saquearon el Congreso Nacional, el STF y el Palacio Presidencial, bajo gritos de intervención militar.
«Y es necesaria la pacificación del país, pero solo es posible con la responsabilidad de todos los criminales. No hay pacificación con amnistía a los criminales. Sabemos que el criminal sancionado es un criminal impune. Y la impunidad va a generar más agresividad», reiteró.
Anteriormente, la timonel del Partido de los Trabajadores, Gleisi Hoffmann, alertó en la red social X sobre la gravedad de las explosiones en la Plaza de los Tres Poderes, donde «se repiten el escenario, los objetivos y la violencia del 8 de enero» (2023).
El atentado ocurrió días antes de que Brasil acogiera en la ciudad de Río de Janeiro (18 y 19 de noviembre) la cumbre de líderes del G20 y de una visita de Estado del presidente chino, Xi Jinping, a esta capital.
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