Por primera vez, nueve bailarines cubanos de talla internacional, de clásico y danza contemporánea, compartieron en ese escenario, los días 16 y 17 de noviembre.
Las primeras figuras del Ballet Nacional de Cuba Grettel Morejón y Dani Hernández viajaron desde La Habana para participar en la cita, catalogada por la crítica especializada como un encuentro explosivo entre lo clásico y lo contemporáneo.
Para Morejón, fue un reencuentro con danzantes que brillan en otras compañías, pero que mantienen la esencia que siempre les caracterizó, profesional y personalmente.
Según dijo a Prensa Latina, “la escuela cubana no solo nos unió en una forma de danza común, sino que creó una familia que trasciende la escena”.
Esta fue la primera vez que se presentó danza clásica en el Teatro Beausobre, donde el Bejart Ballet Laussane es asiduo, y tuvo una excelente acogida, señaló.
Cuando uno muestra su verdad, es honesto en el escenario y hay calidad, las personas lo aprecian, recalcó la primera bailarina.
A Morejón y Hernández se unieron los danzantes contemporáneos Abel Rojo y Miguel Altunaga, quien fuera bailarín y coreógrafo de la compañía británica Rambert.
También participó Claudia García, solista de la Opera Estatal de Hungría; Yanier Gómez, bailarín principal de la Compañía Nacional de Danza de España; José Iglesias, solista del Ballet de Belgrado; Arianne Lafita, que ha sido miembro de numerosas compañías en Europa, y Catherine Zuaznábar, del Bejart Ballet Laussane.
Zuaznábar -radicada en Suiza- fundó en 2023 la asociación «Proyectos Intercambios Culturales», que organizó estos espectáculos bajo la dirección artística de Jesús Chang, con la intención de brindar un auténtico torbellino de pasión, talento y emociones.
El programa de las funciones abarcó los pas de deux clásicos de El lago de los cisnes (segundo acto), La bella durmiente, Don Quijote, Diana y Acteón.
Además, incluyó piezas más modernas como Love Fear Loss, del coreógrafo brasileño Ricardo Amarante; Memoria, del propio Altunaga; Libertango in love, del italiano Vittorio Galloro; The audition, de la autoría de Rojo; y Manantial, una creación del cubano Raúl Reinoso, quien es coreógrafo de Acosta Danza.
Esta última obra fue concebida expresamente para Zuaznábar como una especie de viaje metafórico que invita a regresar al pasado, simbolizando la reconciliación con la identidad de la intérprete.
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