Durante una entrevista con la estación televisiva Globonews, Lula precisó que su elección se guió por una visión estratégica dirigida a las necesidades de los más vulnerables, en lugar de concentrar la atención en los enfrentamientos bélicos globales.
«Creo que me he asegurado de no traer la guerra al G20 porque de lo contrario no estaríamos discutiendo otras cosas que son importantes para el pueblo que no está en guerra, que es el pueblo pobre, que son los invisibles del mundo que a menudo las personas no ven», señaló el mandatario.
Enfatizó que la prioridad de su agenda está dirigida a cuestiones como el hambre, la desigualdad racial y de género, además de otros desafíos sociales que afectan a miles de millones de personas en todo el mundo.
Para el líder progresista, el debate sobre las guerras, aunque relevante, no debe eclipsar las necesidades de los más desfavorecidos.
«Son las personas que tienen hambre, las personas que son despreciadas, las víctimas de la desigualdad racial, las mujeres víctimas de la política de género. Por eso me he hecho un punto de traer estos temas en lugar de traer las guerras», explicó.
Aunque evitó centrar los conflictos armados en las discusiones, Lula reafirmó el compromiso de Brasil y del G20 con la búsqueda de la paz en regiones de conflicto.
«Vamos a dar una recomendación de que queremos la paz en la Franja de Gaza, queremos la paz en el Líbano, la paz en Ucrania y queremos poner fin a todas las guerras», remarcó. El gobernante también llamó la atención sobre el impacto económico global de los conflictos armados.
«Resulta importante recordar que desde 1945 la gente no tiene tantos conflictos como hoy. Es importante recordar que en el último año se gastaron más de dos billones de dólares con armas y guerras», alertó.
Criticó el uso de enormes recursos que podrían ser invertidos en soluciones para problemas sociales y ambientales.
La cita cimera de las 19 principales economías del mundo y las uniones Europea y Africana se celebra en un momento de gran tensión global, con guerras en varias partes del mundo y una creciente preocupación por el aumento de la violencia.
El presidente brasileño espera que el evento sirva como un espacio de diálogo para promover la paz y, sobre todo, poner en el centro del debate las demandas de los pueblos históricamente marginados.
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