A propósito de las demoras para un acuerdo, el representante aseguró que estas pueden acabar con la buena voluntad necesaria para un paquete ambicioso.
En la última semana de negociaciones el titular del evento urgió a los delegados a concluir las “cuestiones menos polémicas” en la búsqueda de tiempo suficiente para las principales decisiones políticas.
Según reconoce el portal del organismo, las conversaciones sobre financiación climática resultan «lentas y contenciosas» mientras el evento busca un nuevo acuerdo financiero para compensar a los países por los daños causados por el clima y pagar una transición hacia energías limpias.
No obstante, la ONU reconoce ligeros avances para establecer normas que allanarán el camino para un mercado de carbono gestionado por el organismo.
A juicio de Stiell, hay «demasiado en juego» mientras las delegaciones y grupos se atrincheran y se niegan a avanzar en un tema.
«La única manera de hacer el trabajo es si las partes están dispuestas a avanzar en paralelo, acercándonos a un terreno común», agregó.
En esa misma línea, el secretario general de la ONU, António Guterres, expresó alarma por el estado de las negociaciones en la COP29, al insistir en que los participantes deben acordar un objetivo ambicioso de financiación para el clima a la altura del reto.
Desde Río de Janeiro, a donde viajó el alto representante para la reunión anual del G20, Guterres calificó el contexto como «el momento de que las mayores economías y emisores del mundo lideren con el ejemplo».
«El fracaso no es una opción», dijo el titular del organismo.
De acuerdo con expertos, las decisiones que se tomen en la capital de Azberiyán durante la cita, que inició el 11 de noviembre y se extenderá hasta el 22, tendrán consecuencias de gran alcance para las generaciones futuras.
Entre los principales puntos de análisis sobresalen el reclamo de los países en desarrollo, en particular los pequeños estados insulares y los países menos adelantados, por la desproporcionada vulnerabilidad a los impactos climáticos.
Esas naciones enfrentan daños como el aumento del nivel del mar, los fenómenos meteorológicos extremos y las sequías que demandan mayor apoyo financiero para generar resiliencia, realizar la transición a economías con bajas emisiones de carbono y compensar las pérdidas y los daños.
Por ello, los organizadores insisten en el imperativo de un acuerdo ambicioso que proporcione la financiación necesaria para construir un futuro resiliente y con bajas emisiones de carbono para todos.
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