La apertura de la jornada la víspera estuvo matizada por la presentación de la obra «Réquiem por Yarini», a cargo de Teatro El Público, un espectáculo que “nos embarcó la emoción de volver hacer esta obra de Carlos Felipe, un ícono de nuestras tablas», a decir del dramaturgo Norge Espinosa.
Estudiantes de la Universidad de las Artes y de la carrera de Periodismo de la Universidad de Camagüey estuvieron enrolados en un diálogo en la Sala de Convenciones de Santa Cecilia, que acoge el apartado teórico del Festival.
El propio Espinosa refirió que “ya hay casi medio siglo de Teatro que ha pasado por esta ciudad, que supo ofrecer no sólo una infraestructura para la programación, sino para focalizar más la mirada sobre la preocupación del teatro cubano”, argumentó.
Sobre el propio evento que concluirá el día 24, el estudioso de las artes refirió que “acá se debaten tendencias y estética, se convirtió en un campo de batalla ideológico, una gran sede desde la crítica para lo que queríamos en el teatro cubano, y rendir tributo a grandes maestros”, argumentó.
Kike Quiñones, director del Centro Promotor del Humor, habló de los procesos formativos a través de la dinamización que permite el teatro, y refirió que «esta muestra trae visiones nuevas que actúan sobre el proceso formativo de los estudiantes. Es un acierto hacerlos de una manera directa y contundente para potenciar la creatividad”, dijo a los presentes.
«Y me emociona ver la evolución de algunos con tener al lado maestros como Verónica Lynn, Fernando Echevarría; es una extensión del trabajo de la facultad de las universidades. Y es necesario para la institución académica”.
La mirada a la obra Réquiem, de Carlos Felipe, y que trae hasta Camagüey Teatro El Público, dirigido por el Premio Nacional de Teatro, Carlos Díaz, protege la memoria histórica del teatro cubano, “más allá de premios y galardones”, explicó el propio Espinosa.
El teatro visto como una patria universal vuelve en la edición XIX del Festival, que mira a Camagüey pese a las disímiles contingencias económicas de Cuba, para la que el arte siempre es un escudo como bálsamo para salvaguardar lo más genuino de la cultura nacional.
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