Surgida en la década de los 60 del siglo XIX, mediante ella el emperador Maximiliano de Habsburgo, monarca durante la segunda intervención francesa, pretendía complacer a su esposa Carlota con una vía que uniera el centro de la capital y el bosque de Chapultepec, lugar de su residencia.
El imperio duró apenas tres años, y en 1867 las fuerzas liberales restauraron la República, tras lo cual el denominado entonces Paseo de la Emperatriz comenzó a llamarse primero Paseo de Degollado y finalmente de la Reforma, en honor a las leyes que separaron a la Iglesia del Estado.
Un siglo y medio después, la avenida de la capital mexicana exhibe edificios, jardines, rotondas y obras de arte para deleite de residentes y turistas, quienes aprovechan toda ocasión de atrapar en cámaras o celulares algunos de los símbolos distintivos de la urbe.
El más representativo, en opinión de muchos, es el Ángel de la Independencia, una estatua de 6,7 metros de la diosa de la victoria, Niké, colocada en la cúspide de una columna y convertida en un poderoso homenaje a las luchas de los mexicanos por la libertad.
Las figuras de los principales héroes de la independencia aparecen en un conjunto escultórico en la base del monumento, al tiempo que un mausoleo resguarda los restos del cura Miguel Hidalgo, iniciador de la gesta en 1810 contra el dominio español, y de otros como José María Morelos, Nicolás Bravo y Leona Vicario.
También vinculado a la Historia, pero esta vez a las raíces de la cultura sostenidas en las poblaciones originarias del país, sobresale el monumento a Cuauhtémoc, quien asumió el poder mexica en 1520, tras encabezar la resistencia ante los conquistadores de la nación europea.
Un recorrido por la arteria revelará otros sitios atractivos para los visitantes: la fuente de Diana Cazadora, inspirada en la diosa romana, o el Caballito del artista Sebastián, una escultura de acero de color amarillo y 28 metros de alto considerada otro referente de quienes viven o transitan por la populosa urbe.
Instaladas en rotondas o glorietas, también adornan el paisaje urbano las estatuas ecuestres del venezolano Simón Bolívar, Libertador del continente, y del argentino José de San Martín, otra figura clave en las guerras de independencia en América del Sur.
En sentido contrario al de esos monumentos, la vía conduce a lugares neurálgicos de la ciudad, como el bosque de Chapultepec, uno de los mayores parques urbanos de Latinoamérica, y el Castillo del mismo nombre, así como museos entre los que sobresale el de Antropología.
La avenida es testigo de marchas, maratones y desfiles, y su relevancia como centro de homenaje y celebración fue patente otra vez hace dos semanas, cuando acogió diversas iniciativas en el Día de Muertos, la tradicional fiesta de los mexicanos para honrar a sus seres queridos.
jf/las