Por Boris Luis Cabrera
En el mundo del atletismo, donde la velocidad y la resistencia son virtudes invaluables, Pintado forjó una historia entre sacrificios, disciplina y una pasión inquebrantable, y es un ejemplo de que el verdadero éxito se construye paso a paso, con paciencia y perseverancia.
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Fue en la capital francesa cuando se consagró en la prueba de 20 kilómetros marcha, obteniendo la medalla de oro, para convertirse en el segundo ecuatoriano en ganar una presea dorada en esta disciplina, siguiendo los pasos de Jefferson Pérez.
Además, Pintado, junto a su compatriota Glenda Morejón, dominó la prueba de maratón de marcha por relevos mixtos, para completar una actuación memorable en su camino al Olimpo.
Nacido el 5 de octubre de 1995, creció en un entorno donde el deporte siempre tuvo un papel protagónico: la ciudad de Cuenca, conocida por su altitud y sus destacados atletas, un escenario perfecto para que descubriera su amor por la marcha deportiva.
Inspirado por el primer campeón olímpico ecuatoriano, Pintado inició su camino con una meta clara: seguir el legado de los grandes andarines de su país y desde sus primeros entrenamientos mostró un talento natural para la disciplina.
Sus entrenadores quedaron impresionados por su capacidad para mantener la técnica en largas distancias, pero también por su inusual fortaleza mental, una cualidad que lo distinguiría a lo largo de su carrera.
El camino hacia la cima nunca es fácil, y para este guerrero no fue la excepción. Los años de preparación física y mental comenzaron a rendir frutos obteniendo medallas en campeonatos sudamericanos y consolidándose como una promesa del deporte ecuatoriano.
La vida de un marchista no es sencilla. Pintado ha sido claro sobre los sacrificios que implica ser un atleta de alto rendimiento: largas jornadas de entrenamiento, dietas estrictas y la presión constante de representar a su país.
Pero para él, cada esfuerzo vale la pena cuando se coloca el uniforme tricolor y escucha el himno nacional en los eventos internacionales y una de sus mayores virtudes es su enfoque en la constancia.
“En la marcha, la clave está en nunca rendirse”, ha manifestado en entrevistas. Y esa filosofía lo ha llevado a superar obstáculos personales y deportivos, demostrando que el éxito no se mide solo en medallas, sino en el esfuerzo diario.
Cuando 2023 marcó un hito en su carrera al alcanzar un quinto lugar en el Campeonato Mundial de Atletismo en Budapest, dejó confirmado su estatus como uno de los mejores marchistas del mundo y abrió el camino a la gloria, que alcanzaría después en la Ciudad de la Luz.
Brian Daniel Pintado es mucho más que un atleta. Es un símbolo de esperanza y superación para una nueva generación de jóvenes ecuatorianos que sueñan con triunfar en el deporte.
Su historia nos recuerda que, como él mismo dice, “la clave está en la disciplina, pero también en creer en uno mismo” y hoy no solo continúa camino hacia sus metas; también va dejando una huella imborrable en el deporte, al demostrar que con esfuerzo, cualquier sueño es alcanzable.
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