Esas coloridas plataformas móviles, decoradas con luces, banderas y motivos andinos, recorren las calles quiteñas llenas de música, baile y alegría, transportando tanto a locales como a turistas.
A bordo de esas discotecas rodantes, los pasajeros disfrutan de una experiencia que incluye música tradicional de bandas de pueblo o moderna, juegos, y degustaciones de bebidas como el canelazo.
Esa preparación incluye aguardiente, azúcar o panela, anís estrellado y canela y preferentemente se debe degustar caliente, en pequeños sorbos, según los locales.
Las chivas, cuyo nombre evoca los vehículos de transporte rural adaptados a usos urbanos, han evolucionado en Quito hasta convertirse en un símbolo cultural que combina tradición, creatividad y espíritu comunitario.
Durante el recorrido, los viajeros no solo celebran, sino que también tienen la oportunidad de disfrutar de vistas panorámicas del Centro Histórico y otros puntos emblemáticos de la urbe.
La seguridad y el orden también son prioridad para la circulación de esas plataformas rodantes, por ello la alcaldía municipal coordina controles con la Policía Nacional y el Cuerpo de Agentes de Control para garantizar la tranquilidad de los participantes.
En las últimas décadas, las chivas ampliaron su alcance para incluir temáticas modernas, desde fiestas privadas hasta eventos corporativos, sin perder su esencia festiva y su vínculo con las costumbres quiteñas.
Esta ciudad, ubicada a dos mil 85 metros sobre el nivel del mar y a las faldas del volcán Pichincha, llegará el próximo 6 de diciembre el aniversario 490 de su fundación y las autoridades locales han organizado una serie de eventos, entre ellos desfiles cívicos, festivales gastronómicos y conciertos.
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