La víspera, en el examen en la Asamblea Nacional del Proyecto de Ley de Financiación de la Seguridad Social, Barnier decidió apelar al artículo 49.3 de la Constitución para aprobar sin el voto parlamentario el texto presupuestario, lo que provocó la introducción de dos mociones de censura, una de la izquierda y otra de la extrema derecha.
El bloque Nuevo Frente Popular, integrado por insumisos, socialistas, ecologistas y comunistas, y el partido Agrupación Nacional (RN), identificado con la ultraderecha, hicieron valer sus advertencias y rechazo al presupuesto de austeridad sobre la mesa y se lanzaron en el intento de derribar al primer ministro y su gabinete, formado apenas en septiembre.
Según la cadena BFM TV, el presidente Emmanuel Macron emprendió desde hace unos días la búsqueda de un sucesor en Matignon, dada la fragilidad del actual gobierno, compuesto por figuras del oficialismo y del partido conservador Los Republicanos.
La izquierda no había dejado dudas desde el principio de su intención de censurar al primer ministro, solo faltaba que RN optara por ese camino, en definitiva tomado por su principal dirigente, Marine Le Pen, quien acusó a Barnier de ignorar en el presupuesto del Estado para el 2025 las líneas rojas fijadas por la organización.
Tras las legislativas de julio, la cámara baja sufrió una recomposición y todas las fuerzas quedaron lejos de la mayoría absoluta de 289 diputados, sin embargo, al combinarse, el Nuevo Frente Popular y la extrema derecha –pese a sus ideologías contrapuestas- superan con holgura ese umbral.
La caída del gabinete pudiera materializarse tan temprano como el miércoles, considerando el plazo constitucional de al menos 48 horas entre la presentación de una moción de censura y su voto en la Asamblea Nacional.
Más de 130 mociones han sido introducidas desde la creación de la V República en Francia (1958), con solo una de ellas exitosa, en 1962 contra el primer ministro Georges Pompidou.
Entonces, si bien la iniciativa prosperó en el ámbito parlamentario, no logró su objetivo gracias a la habilidad política del presidente Charles de Gaulle y al éxito de su referendo para reformar la Constitución, por lo que Pompidou continuó en el cargo.
La situación actual es bien diferente, y de acuerdo con analistas y medios de prensa, ya Macron asumió que el gobierno de Barnier caerá más temprano que tarde.
Desde el oficialismo abundan las advertencias del alegado caos que vendría con la censura, como las del ministro de Economía, Antoine Armand, quien estimó que la izquierda y la extrema derecha «ponen en peligro al país”.
En cambio, líderes del Nuevo Frente Popular y de RN comienzan a perfilar el panorama post-censura, incluso con llamados a la dimisión de Macron, quien tiene mandato en el Elíseo hasta el 2027.
Uno de esos reclamos de renuncia lo pronunció ayer el principal dirigente de La Francia Insumisa, Jean-Luc Mélenchon, con un pedido al jefe del Estado a asumir sus responsabilidades ante la crisis política creada al disolver la Asamblea Nacional en respuesta a los reveses de su partido en los comicios europeos de junio y los legislativos de julio.
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