sábado 21 de diciembre de 2024
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Las fundadas aprensiones de África sobre Trump

La Habana, 5 dic (Prensa Latina) Si alguien dice de uno que es una porquería, pero con un vocablo más grosero, la reacción por el escatológico insulto es, por descontado, al menos, de violencia verbal, con posibilidad de que la sangre llegue al río.

Por Moisés Saab

Pero cuando sucede en la geopolítica y los involucrados son un presidente en ejercicio de Estados Unidos, Donald Trump, por más señas, y todo un continente, África, en el caso que nos ocupa, el hecho no desata la III Guerra Mundial, pero el insulto deja huellas y profundas, como probaría el futuro inmediato, cuya llegada es ineluctable.

El 10 de enero de 2018, Trump en ese entonces en usufructo de la Casa Blanca, no tuvo el menor empacho en afirmar que prefiere recibir inmigrantes de países nórdicos, rubios y de ojos claros, a los de “países de mierda”, ergo, África y Haití.

Resulta innecesario un ejercicio de imaginación para visualizar la reacción en el continente en el cual Estados Unidos o los mega intereses de su país, llámense estado profundo o los poderes que en el mundo son, tienen puestos los ojos como reserva de minerales raros y para extender su presencia global en su duelo con Rusia y China

Si existen dudas sobre este último enunciado baste recordar la existencia del Africom, uno de los 11 comandos combatientes unificados estadounidenses desplegados por el mundo, en este caso encargados de las operaciones y las relaciones castrenses con los 54 estados africanos, además de la discreta unidad de operación de drones en Somalia.

Estos nexos sufrieron desmedro en fecha reciente cuando el gobierno provisonal de Níger solicitó a la unidad militar estadounidense acantonada en Niamey, la capital del país, que recogiera sus bártulos y emprendiera el regreso, sin gloria, a su cuartel general en Alemania.

La decisión nigerina de marzo pasado fue detonada por la visita de una delegación mixta del Pentágono y la Secretaría de Estado cuyos integrantes exigieron la condena explícita nigerina a la operación militar especial rusa en el Donbass y recibieron una negativa en el mismo tono, para que no quedaran dudas. Fue lo que en diplomacia se llama “Faux pas” (paso en falso, en francés) con un antecedente ya que en 2022 varios países africanos rehusaron apoyar una resolución presentada por Estados Unidos en ONU para condenar la ofensiva de Moscú.

El otro fue la negativa de varios estados africanos a aceptar las promesas de ayuda y otros regalos de sendas delegaciones de Washington y París, la exmetrópoli colonial para edulcorar la píldora, despachadas a África a insistir en la obsesiva petición, basadas más en el deseo que en la factibilidad.

Como era de esperar, el safari franco-estadounidense fue un fiasco pues ninguno de los anfitriones aceptó la propuesta, y, también, puso de manifiesto que o París y Washington viven en una realidad alternativa en la cual sus deseos son órdenes o los funcionarios encargados de manejar las respectivas políticas africanas son de una ineptitud que da vergüenza ajena.

La cereza del pastel la puso la cancillería sudafricana cuando recordó que durante la lucha de la mayoría negra contra el apartheid fue la extinta Unión Soviética la que brindo apoyo multifacético al Congreso Nacional Africano mientras Washington y París estaban en la esquina contraria.

Ahora que a partir de enero próximo Trump cabalgará de nuevo, es el mandatario sudafricano, Cyril Ramaphosa, presidente en ejercicio del G20 quien expresa aprensiones sobre el sesgo de la política estadounidense hacia África.

En recientes declaraciones Ramaphosa tranquilizó a los miembros de la agrupación tras las primeras declaraciones del presidente Trump que conciernen al continente: “hemos dado pasos precautorios importantes”, subrayó sobre el particular.

“(…) Habrá suficientes amortiguadores que serán activados para permitir que el G20 siga funcjonando de manera que apoyen a través del G20 los intereses de los pueblos del mundo…”.,

El hecho de que Sudáfrica sea la principal potencia al sur del Sahara– y en modo alguno un país de mierda–, y además miembro del BRICS, la nueva bestia negra de Washington y el occidente global, confieren a la declaración un valor que sería miope pasar por alto.

Sin embargo, de la próxima administración estadounidense puede esperarse cualquier dislate, como evidencia el pasado reciente, que siempre vuelve, como un boomerang fatídico e inmisericorde.

mem/msl

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