Según el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, su gobierno analiza “las formas correctas” de responder y no descarta actuar como en 2018, cuando Ottawa impuso miles de millones en impuestos tras el incremento por parte de Washington de los gravámenes sobre el acero y el aluminio canadienses.
“Una de las cosas más importantes para nosotros es no entrar en pánico, no asustarnos (…) Saber que estos serían absolutamente devastadores significa que tenemos que tomarlos en serio, pero también significa que tenemos que ser reflexivos y estratégicos”, dijo en un encuentro con empresarios.
Una reciente encuesta de la firma Nanos Research reveló que 51 por ciento de los canadienses podrían dejar de comprar productos de Estados Unidos si Trump aumenta los aranceles de las importaciones.
Solo siete por ciento sí estaría dispuesto a adquirirlos, 19 por ciento de los ciudadanos considera que el alza tarifaria no tendrá un gran impacto en sus compras habituales y un cuatro por ciento no está seguro sobre si habrá un cambio en su factura.
El pasado 25 de noviembre Trump dijo que cuando asuma su segundo mandato en enero de 2025, impondrá tarifas del 25 por ciento sobre las importaciones de Canadá y México hasta que los dos países pongan fin al cruce de migrantes y al narcotráfico, particularmente, al trasiego de fentanilo.
Gran parte de los canadienses apoyan una respuesta diplomática más que una represalia y solo un porcentaje menor sí se inclina por reciprocar sobre las importaciones de Estados Unidos.
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