Renunciar al ejercicio de funciones de jefe de Estado ha sido una decisión personal de Asad, se limitó a responder Peskov cuando los periodistas le preguntaron por el papel de Moscú en el mutis del presidente sirio y su posterior traslado a Rusia.
El pasado 27 de noviembre, una amplia coalición de grupos armados de la oposición siria lanzó una ofensiva sorpresa a gran escala contra el Ejército regular desde el noroeste del país.
En menos de dos semanas, las fuerzas antigubernamentales se hicieron con el control de varias ciudades importantes como Alepo, Hama y Homs y entraron el domingo pasado en la capital, Damasco, donde proclamaron la caída de Bashar al Asad, que ejercía la presidencia desde el año 2000.
La ofensiva relámpago contra Asad fue liderada por el grupo Hayat Tahrir al Sham (HTS, anteriormente Frente al Nusra).
Las facciones armadas que tomaron el poder en Siria encomendaron la formación de un gabinete de transición a Mohammed Bashir, hasta hace poco jefe del autoproclamado Gobierno de Salvación Nacional.
Muchos países expresaron preocupación por los acontecimientos en Siria, instando a todas las partes a garantizar la seguridad, la integridad y la soberanía del país, así como a iniciar un diálogo nacional con la participación de todos los sectores que conforman la sociedad.
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