Durante un conversatorio celebrado en el Museo del Hambre, en esta capital, Ferrer compartió sus recuerdos sobre quien fuera su compañero de infancia y juventud, y después llegó a convertirse en médico, guerrillero, Comandante y uno de los principales líderes de la Revolución en Cuba.
A muchos les sorprende que lo llame solamente Ernesto, pero lo conocí cuando era muy chico. Su familia se mudó a Alta Gracia, en la provincia de Córdoba, él era asmático y mi padre era médico.
Nació una amistad entre ambas familias y después viajamos juntos por varios países de América Latina. Con el tiempo conocí a quienes lucharon junto a él y supe que, aún estando en la Sierra Maestra, nunca cambió su forma de ser, añadió.
Ferrer recordó los años en el colegio y el carácter de Guevara, a quien definió como aventurero, valiente y capaz de compartir todo lo que tenía.
Por otra parte, se refirió al historiador, escritor, intelectual y profesor Osvaldo Bayer (1927- 2018), quien conoció al Che durante una visita a Cuba a inicios de la década de los años 60.
En el conversatorio también participó el periodista Esteban Bayer, hijo del reconocido sindicalista y militante.
A mi padre se le conocía por su trabajo como historiador, periodista y defensor de los derechos de los pueblos originarios, pero, sobre todo, por su conducta ética inquebrantable de apoyo a todas las luchas dignas, afirmó Bayer.
Tenía el don de saber escuchar las historias de vida de la gente y de eso se nutría para sus investigaciones y sus libros. Escribió sobre la crueldad, las matanzas, las persecuciones, los hechos de corrupción y los crímenes impunes. Se dedicó a denunciarlos, apuntó.
Osvaldo trabajó para el diario Página 12, fue secretario general del Sindicato de Prensa de Buenos Aires y escribió obras como Los vengadores de la Patagonia trágica, Los anarquistas expropiadores y otros ensayos, Fútbol argentino, Rebeldía y esperanza, Severino Di Giovanni, el idealista de la violencia y la novela Rainer y Minou.
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