Lo curioso, y digamos casi imperceptible para los espectadores desconocedores de esa milenaria cultura, más allá de la fila formada por mujeres y hombres con la mano puesta en el hombro de la persona que tienen delante, es la frase que emiten a medida que avanzan en círculos, cuando dicen ngwä… ngwä… ngwä, identificado como el llamado a las parejas para que se integren al baile.
El primer danzante y el que va al final dirigen el ritual, se les conoce con el nombre de üray deben tener maraca en mano para señalar el momento de la cadencia cronométrica.
Los primeros pasos del jeki son hacia atrás y luego se van dando los llamados pisoteos, que aumentan de uno a dos, tres y así sucesivamente de acuerdo a la instrucción del guía.
Esta danza tiene origen ancestral basada en la tradición oral de la historia deJänKrüra, que luego trasmitió a Öräyi —convertido en el abuelo trueno—,y habla de inculcar en las nuevas generaciones saberes y valores usando como herramienta la fiesta en el mundo espiritual.
La ejecución del jegui tiene sobre todo escenarios asociados a eventos festivos, rituales del nacimiento, iniciación femenina o masculina, la primicia de los alimentos en la época de la cosecha, la conexión con la madre naturaleza y el tributo a los poderes sobrenaturales.
Durante la celebración del nacimiento, el nuevo miembro de la comunidad recibe el nombre cultural con el cual será identificado en la sociedad y desde ese momento lo acompañará hasta su muerte.
El baile es fundamental para recrear este ritual donde los participantes disfrutan hasta amanecer acompañados de un canto ceremonial denominado ka.
El jegui siempre debe ser recreado con los cantores, a quienes se les brinda una fuerte chicha de maíz fermentada (ö kwin).
Según la tradición, el canto ka también se ejecutaba en el encuentro de los jefes o caciques con los animales o deidades resumidas en cuentos imaginarios, el agua, el trueno, la brisa, el mar, la lluvia y otras manifestaciones de la naturaleza.
(Tomado de Orbe)