Nombrado el viernes por el presidente Emmanuel Macron, el político centrista y aliado del mandatario cuenta con un margen de maniobra bastante estrecho, ante la negativa de partidos de la izquierda y el de extrema derecha Agrupación Nacional (RN) a formar parte del gabinete, fuerzas que se unieron en la cámara baja para derribar al anterior primer ministro, Michel Barnier.
En su sede de Matignon, Bayrou recibirá para comenzar la jornada a la líder de RN, Marine Le Pen, y al presidente de esa organización, Jordan Bardella, quienes no dialogaron con Macron cuando este realizaba negociaciones para sustituir a Barnier, derrocado a principios de mes por una moción de censura en la Asamblea Nacional.
Las consultas proseguirán con el bloque oficialista Juntos por la República, encabezado por el ex primer ministro Gabriel Attal, y con los socialistas, en particular con su máximo dirigente, Olivier Faure, y con los jefes de bancada en la Asamblea, Boris Vallaud, y el Senado, Patrick Kanner.
Bayrou continuará los encuentros con el partido conservador Los Republicanos, representado por el líder de sus diputados, Laurent Wauquiez.
La Francia Insumisa (LFI) se negó a ser parte del proceso, al denunciar la designación del nuevo primer ministro como “una comedia” y la continuidad de Macron, fuerza que tampoco aceptó conversar con el mandatario.
De momento los insumisos son la única organización que afirmó su intención de buscar la censura del jefe de Matignon, mientras la extrema derecha y los socialistas fijaron sus líneas rojas.
Al margen del resultado de las consultas y de los nombres de los nuevos ministros, Bayrou caminará como su antecesor por una cuerda floja.
Desde la oposición le exigen abandonar las políticas de Macron, lo cual se considera poco probable, y abstenerse de acudir al artículo 49.3 de la Constitución, que permite adoptar normas sin el voto parlamentario, recurso activado por Barnier, lo que aceleró su caída. Los retos del primer ministro son muchos, comenzando por la discusión y aprobación del Presupuesto del Estado para el 2025, ya que el anterior proyecto naufragó con la censura del gabinete.
En un escenario de crisis financiera, por los colosales deuda y déficit públicos, Bayrou tendrá que encontrar el balance entre las medidas de austeridad para sanear las finanzas y la atención a las necesidades sociales.
La izquierda y la extrema derecha unieron esfuerzos este mes, pese a sus distancias ideológicas, para rechazar el presupuesto del derrocado Barnier, esgrimiendo la intención de colocar el rescate de las finanzas públicas sobre las espaldas y el bolsillo de los sectores más vulnerables y de la clase media.
Un momento clave para el primer ministro llegará a principios del año entrante, cuando presente en la Asamblea Nacional su discurso de Política General, tras el cual los diversos bloques opositores fijarán postura.
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