«Actualmente no hay decisiones definitivas al respecto. Estamos en contacto con las fuerzas que controlan la situación en el país, y todo se definirá mediante el diálogo», dijo Peskov al ser consultado este lunes por la prensa.
Rusia tiene dos instalaciones militares en Siria: una base naval en la ciudad portuaria de Tartus y una aérea en Hmeymim.
La primera fue instalada en 1971 por un acuerdo entre la antigua URSS y Siria, mientras la base aérea se creó el 30 de septiembre de 2015 para apoyar al Ejército sirio en la lucha contra el Daesh (autodenominado Estado Islámico, proscrito en Rusia y otros países por terrorista).
El pasado 27 de noviembre, una amplia coalición de grupos armados de la oposición siria lanzó una ofensiva sorpresa a gran escala contra el Ejército regular desde el noroeste.
En menos de dos semanas, las fuerzas antigubernamentales se hicieron con el control de varias ciudades importantes como Alepo, Hama y Homs y entraron el domingo 8 de diciembre en Damasco, donde proclamaron la caída del Gobierno de Bashar Asad.
Según una fuente del Kremlin, el exmandatario sirio, junto con su familia, huyó a Rusia que le concedió asilo por motivos humanitarios. El 10 de diciembre, el viceministro de Exteriores ruso, Serguéi Riabkov, confirmó que Asad se encuentra a salvo en territorio ruso.
La ofensiva relámpago contra el Gobierno de Asad fue liderada por el grupo Hayat Tahrir al Sham (antiguo Frente al Nusra). Muchos países expresaron su preocupación por la situación en Siria, instando a todas las partes a garantizar la seguridad, la integridad y la soberanía del país, así como a iniciar un diálogo nacional con la participación de todos los sectores que conforman la sociedad de esa nación árabe.
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