Según un estudio realizado y divulgado por el sitio, fueron seis mil 393 muertes por agentes civiles y militares en 2023, según el Anuario Brasileño de Seguridad Pública, divulgado en julio.
En total, 15 naciones del G20 suman dos mil 267 víctimas mortales de policías.
Arabia Saudita, China y Rusia no participaron en la encuesta por falta de datos. Además de la UE y UA tampoco fueron considerados.
Cuando se considera el tamaño de las poblaciones, la diferencia es aún mayor.
Brasil tiene un siete por ciento del número de personas de la suma de los otros 15 países.
Proporcionalmente, los policías brasileños matan 36 veces más que el promedio de otras naciones. La tasa es 7,5 veces la de Sudáfrica, cuya fuerza del orden público es la segunda que elimina por habitante entre los considerados.
El sociólogo Daniel Hirata, uno de los coordinadores del Grupo de Estudios de los Nuevos Ilegales de la Universidad Federal Fluminense, escudriña factores que llevan al escenario en Brasil.
De acuerdo con el estudioso, los órganos de control interno y externo, como las corregidoras y el Ministerio Público (MP), además del discurso político, fomentan la letalidad policial.
«Por la Constitución, el control externo debe ser hecho por el Ministerio Público estatal. Una investigación demostró que más del 90 por ciento de los casos son archivados a petición de la propia MP», señaló.
Una investigación publicada por UOL en 2021 mostró que los parlamentarios de Río de Janeiro y Sao Paulo pidieron, solo en 2016, el archivo de nueve de cada 10 casos de muertes provocadas por policías.
UOL asegura que el peso del liderazgo político de los gobernadores resulta muy grande.
Refiere que, históricamente, en Brasil los gobernadores saben que las políticas represivas no van a ser eficaces contra el crimen organizado, pero actúan en este sentido porque les garantiza retorno electoral.
Aunque también es el país con más homicidios registrados (39 mil 492), la letalidad policial en el gigante sudamericano es desproporcionadamente mayor que en los colegas del G20.
«La policía brasileña entiende la muerte como parte del trabajo. Creo que esto se acentúa desde la dictadura (1965-1985), periodo en el cual la violencia policial era un instrumento. Otro factor, más antiguo, es nuestra herencia de la esclavitud», evalúa el investigador Renato Alves, del Núcleo de Estudios de la Violencia de la Universidad de Sao Paulo.
Los agentes de seguridad brasileños matan a una persona por cada seis homicidios registrados. Los muertos por la corporación uniformada no siempre están incluidos en el total de asesinatos.
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