Estrenada en cines de Estados Unidos el pasado 13 de diciembre, la cinta recibió una puntuación de 48 por ciento por parte de la crítica en Rotten Tomatoes, la más baja para una película de “El Señor de los Anillos”, aunque fue mejor valorada por el público con un 84 por ciento.
Pese a su modesto desempeño en taquilla, el mero hecho de que el filme se estrenara es ya todo un éxito para Warner Bros. y New Line Cinema, pues les ha permitido mantener el control sobre una de sus propiedades intelectuales más valiosas.
De acuerdo al portal estadounidense Variety, la productora aprobó la película de manera acelerada con el objetivo de retener los derechos cinematográficos de la obra de Tolkien, que estaban a punto de expirar, lo cual fue confirmado por Warner Bros. en un comunicado de prensa.
Esto no quiere decir “El Señor de los Anillos: La Guerra de los Rohirrim” sea una mala película; su enfoque visual y narrativo presentan un regreso a la Tierra Media imperfecto, pero novedoso y disfrutable.
El director Kenji Kamiyama (“Ghost in the Shell: Stand Alone Complex”) se pone al frente de una producción animada que adapta una de las tantas historias que aparecen en los apéndices de la obra magna de Tolkien.
Situada 183 años antes de los acontecimientos de la trilogía cinematográfica de Peter Jackson, con la que comparte universo, esta cinta se aleja de las historias de hobbits, elfos, enanos o anillos mágicos, para contar un relato donde los conflictos entre los pueblos humanos son el eje central.
El filme ofrece una narrativa que busca ampliar el universo cinematográfico de Tolkien, aunque termina siendo lastrado por un guion que no arriesga y que se apoya excesivamente en referencias a las películas originales.
Lo más llamativo de la producción es su impresionante diseño visual que combina técnicas tradicionales de animación 2D con fondos 3D hiperrealistas, destacándose la gran atención a los detalles por parte de los animadores.
Sin embargo, existen ciertos fallos, los movimientos de los personajes a veces se ven antinaturales y rígidos y en ocasiones los elementos de animación tradicional no logran integrarse sobre los fondos tridimensionales.
“El Señor de los Anillos: La Guerra de los Rohirrim” funciona mejor cuando se aleja de la monumental sombra de la saga original, entregándonos una ambiciosa historia que combina acción y emotividad.
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