Pese a que muy pocos, como el economista Cesar Villalona, en El Salvador, alertan de que el token “es un activo digital privado que se utiliza para la especulación y lavado de dinero, no en inversiones productivas”, la mayoría no mira hacia ese lado y prosigue la desenfrenada carrera.
La víspera en El Salvador las autoridades reafirmaron que “esta moneda que ni se ve ni se toca” mantendrá su curso legal y que comprarán más, con lo cual reiteran la promesa del presidente Nayib Bukele de adquirir una unidad diaria de la criptomoneda.
Stacy Herbert, directora de la Oficina de Bitcoin del gobierno hizo ese anuncio y manifestó que las adquisiciones se harán de forma más acelerada, tal vez previendo que cuando llegue el presidente Donad Trump a la Casa Blanca, el activo alcance precios exorbitantes y no imaginados.
La afirmación de Herbet ocurrió luego del anuncio del Fondo Monetario Internacional de que esperan pronto confirmar el pacto con este país por mil 400 millones de dólares, algo que será anticipo de otras cifras de bancos afines que llegarían a tres mil 500 millones de dólares.
La funcionaria escribió en X, que la Oficina de Bitcoin “continuará desarrollando políticas y hojas de ruta, atrayendo inversores y creando programas educativos, incluidos los nuevos libros de trabajo de bitcoin y dinero para pequeños HODLers de segundo y tercer grado para enero de 2025”.
Un elemento llamativo ahora es que la llamada billetera, la Chivo Wallet, creada por el gobierno con una inversión millonaria de fondos públicos, desaparecerá o será vendida.
Todo indica que la historia del bitcoin seguirá con nuevos episodios y que no serán pocos los que se aventuraran en la búsqueda de dinero fácil que no aporta en nada a los programas para la inversión y el desarrollo del país por su carácter especulativo, según expertos.
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