“Quería que la segunda Puerta Santa estuviera aquí, en una prisión”, tras la apertura realizada el 24 de diciembre en la basílica de San Pedro, pues “quería que cada uno de nosotros, que estamos aquí dentro y fuera, tuviéramos la oportunidad de abrir las puertas del corazón y comprender que la esperanza no defrauda”, dijo el Sumo Pontífice.
“Lo más importante es lo que significa: es abrir tu corazón”, ya que “esto es lo que hace la hermandad”, dijo el Papa, de acuerdo con un comunicado divulgado por la oficina de prensa de la Santa Sede, y añadió que “en los malos momentos uno piensa que todo se acabó, que nada se puede resolver, pero la esperanza nunca decepciona”.
Se trata de decimoquinta visita de Francisco a una prisión, la tercera realizada a Rebibbia, casi diez años después de la efectuada en 2015 y la segunda a ese lugar este año, tras la que tuvo lugar a fines de marzo, en Jueves Santo, cuando celebró allí la misa In Coena Domini y lavó los pies a doce internas del pabellón femenino.
En esta ocasión el Pontífice llamó tres veces a la puerta metálica principal del recinto penitenciario y abrió la misma, que cruzó a pie y no en silla de ruedas, como sucedió el martes último en la basílica de San Pedro, acompañado ahora por el obispo auxiliar de Roma, monseñor Benoni Ámbarus.
A la celebración de la misa, en el interior de la capilla, asistieron unos trescientos presos, mientras un número similar se mantuvo en el exterior de la misma, así como el ministro de Justicia italiano, Carlo Nordio; el alcalde de Roma, Roberto Gualtieri, además del arzobispo Rino Fisichella y los capellanes de la prisión.
“Abre de par en par las puertas del corazón. La esperanza es como un ancla, aferraos siempre a ella”, dijo en su mensaje a los reclusos.
“Los corazones cerrados, los duros, no ayudan a vivir” y “por eso, la gracia de un jubileo es ensanchar, abrir y, sobre todo, abrir los corazones a la esperanza” porque “la esperanza no defrauda”, enfatizó el Obispo de Roma.
En la misa de Noche Buena, tras abrir la Puerta Santa de la basílica de San Pedro, el papa Francisco pidió que se siembre esperanza “en el sufrimiento que se clava en el alma; en las largas y vacías jornadas de los prisioneros, en las estrechas y frías habitaciones de los pobres, en los lugares profanados por la guerra y la violencia”.
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