En rigor, el jefe del gabinete aludió a “todas las bases” castrenses en su país, pero singularizó las de Francia, la exmetrópoli, que en los últimos años tuvo que desalojar los contingentes que tenía en algunas de sus antiguas posesiones africanas.
Es hora de que Senegal administre su propia defensa y territorio sin influencias externas, dijo el jefe del gabinete tras aclarar ue la decisión fue tomada por el presidente Bassirou Diomaye Faye como parte de la voluntad de fortalecer la autonomía de la seguridad nacional.
Horas atrás en este país del oeste del continente estalló una acerba polémica después que el ministro de la Presidencia, Chtreeikh Oumar Diagne, calificó de traidores a los senegaleses que formaron parte del Cuerpo de Fusileros formado por la metrópoli, el cual combatió en la II Guerra Mundial contra el ejército nazi.
Combatieron contra sus hermanos africanos durante levantamientos y revueltas anticolonialistas, sentenció el titular; en contrapartida, el historiador Mamadou Fall tomó partido por los militares y destacó su “sufrimiento y heroísmo por lo que deben ser considerados héroes en vez de traidores”.
El encontronazo histórico surge en el 80 aniversario de la masacre de Thiaroye, un hecho ausente hasta ahora de los libros de historia que el presidente de este país de África occidental, Bassirou Diomaye Faye, propone incluir en los textos empleados en los planteles.
En 1944 militares senegaleses que combatieron en la II Guerra Mundial del lado de los Aliados se amotinaron en el campamento militar de Thiaroye en demanda del reconocimiento de sus derechos y el pago de sus haberes durante el tiempo que permanecieron cautivos de los alemanes.
El levantamiento despertó las iras de las autoridades coloniales galas que movilizaron sus efectivos con la orden de sofocarlo a sangre y fuego, una orden que resultó en la muerte de hasta 300 veteranos, según cifras senegalesas, y 35 acorde con el reporte de la metrópoli.
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