El departamento de Masaya, cuna del folklor nicaragüense, tiene una de esas tradiciones únicas del país que se celebra todos los años desde mediados del siglo XX: el Carnaval de Los Agüizotes, que forma parte de la festividad religiosa en honor a san Jerónimo, patrono de la ciudad.
Esa fiesta se realiza el último viernes del décimo mes del año. En la noche previa del jueves, en un ambiente con bailes y música de bandas filarmónicas, los participantes portan un candil con querosén y bajo esa luz exhiben los trajes y máscaras que se usarán al día siguiente, durante el desfile.
Según la etimología, la palabra “agüizote” o “ahuizote” proviene del náhuatl “ahuitzotl”, y para los habitantes de Masaya significa “espanto cerca del agua, río o laguna”.
Se trata de mitos que cobran vida a través de una variedad de disfraces, los cuales representan a personajes de leyendas y de la mitología folklórica nicaragüense. De ahí que en el lenguaje popular decir agüisotadas es hablar puros cuentos.
Durante el festejo, que se inicia entre las ocho y las nueve de la noche en la plaza frente al templo católico María Magdalena, en el barrio indígena de Monimbó, los participantes salen al ritmo de chicheros a deambular por las calles y hacen muecas espantosas para asustar a niños y jóvenes.
Estos personajes ancestrales recorren Masaya entre gritos y música de marimbas, trompetas, tambores de bandas filarmónicas y mariachis, dando vida a un ambiente carnavalesco matizado con las luces de cientos de velas y candiles.
Para los masayenses, si bien los agüizotes asustan con sus gestos burlescos, esta celebración es una de las más alegres de su ciudad.
(Tomado de Orbe)