Los hay dulces y salados, con maíz o confeccionados con otros rellenos, rectangulares o redondos, pero deliciosos todos.
También hay un día en Colombia especialmente dedicado a este platillo, que es cada 24 de junio.
En dependencia de su gusto, el comensal debe aclarar el apellido del tamal que desea ingerir, puesto que la variedad culinaria de esta preparación depende de su origen, que puede ser de la costa, del centro o de cualquier otro sitio con su propia tradición.
Uno de los más llamativos es quizás el tolimense, que, como su nombre lo indica, proviene del departamento de Tolima, en el centro-oeste de la nación sudamericana.
Su principal característica es su envoltorio, pues son redondos y se empacan en forma de bolsa, en una hoja de una variedad de plátano conocida como cachaco.
Quienes siguen la receta original aseguran que el huevo cocido, la costilla de cerdo, el pollo, el arroz, la arveja, la zanahoria, la harina de maíz blanca y el tocino son los ingredientes que, acompañados de muchos condimentos, no pueden faltar en su confección.
Es casi un almuerzo, pero por lo general se sirve en los desayunos y se acompaña con pan y una taza de chocolate caliente.
Parte de la degustación lo constituye la apertura del envoltorio, lo cual permite al comensal descubrir una masa de arroz amarillo muy blando que se emulsiona con el resto de los alimentos y ofrece un espectáculo para el paladar, la vista y el olfato.
El tamal tolimense es también una pequeña muestra de la diversidad y riqueza cultural de un país al que diferentes elementos identitarios le dieron forma.
(Tomado de Orbe)
