La mejor estrategia, debido a la complejidad e importancia en términos de biodiversidad, es que sea a partir de un proceso natural, a mediano y largo plazo, de acuerdo con el Consejo Nacional de Áreas Protegidas (Conap).
Para los especialistas encargados, la reforestación de las 900 hectáreas de bosque destruidas no es lo más recomendable, ya que esto podría aumentar el deterioro del ecosistema en lugar de ayudar a su recuperación.
«Lo ideal es lograr replicar tanto como sea posible el original que permita la recolonización de especies y la verdadera reparación de la biodiversidad», comentaron.
El Conap describió la existencia de un grupo interinstitucional que realiza esfuerzos para lograr tal objetivo mediante la elaboración de un plan.
El primer paso fue analizar la riqueza de especies documentadas, con bases de datos, bibliografías, colecciones universitarias, además de visitas al lugar, detallaron.
Monitoreamos varios puntos en aras de evaluar si la estructura del bosque se recupera de manera saludable, mientras comparamos con aquellas no afectadas por los incendios, ampliaron.
Posteriormente, acotaron los implicados, de ser necesario, implementaremos acciones de restauración asistida.
A pesar de lo que se haga, remarcaron, estimamos al menos una década por los impactos de otros fenómenos como la cacería y extracción ilegal de plantas), cambio de uso de suelo (deforestación) y acumulación de basura.
Por ello, el Conap llamó a prevenir nuevos incendios y detener las amenazas que afectan el área.
El cuerpo de bomberos del departamento de Sacatepéquez reportó el 21 de febrero último un incendio en las faldas del volcán de Agua que permaneció activo por 52 días y para cuya liquidación las autoridades solicitaron ayuda internacional.
Tras ser controlado, el recuento de daños expuso la pérdida de cultivos a al menos 78 agricultores, así como más de una veintena de animales afectados por el incendio, entre ellos quetzales, pumas, leopardos, agutí y osos hormigueros.
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