En todo el país explotarán cohetes, uno de los tipos de fuegos artificiales más comunes, que inundarán el cielo de colores a gran altura con sus llamaradas, y no faltarán otros como las camaretas, silbadores, voladores, diablillos, castillos, petardos, sonajeros y similares, algunos prohibidos por su peligro.
Se espera que al filo de la media noche conocidos espacios como la Plaza Gerardo Barrios con la Catedral cerca, la Biblioteca Nacional y el antiguo Palacio de Gobierno, se llenen de luces al igual que otros escenarios como El Cafetalón y El Principito, en Santa Tecla, sin omitir icónicos lugares como El Salvador de Mundo, entre otros.
En esta temporada festiva es tradición que familiares o vecinos quemen pólvora, y el país se llenará de estruendos quizás para despedir un año que transcurrió en medio de luces y sombras.
El año 2024 deja preocupaciones e interrogantes que serán una constante en los próximos años.
¿Cuáles serán los retos económicos para un gobierno que presuntamente se erigió en contra de la Constitución, aunque recibió el apoyo aplastante de la población?. El camino parece lleno de “emboscadas” y no es para menos, cuando la apuesta gubernamental de encausar la economía enfrentará serios desafíos.
En Estados Unidos, el principal socio comercial y emisor de remesas, llegará un gobierno que amenaza con deportaciones de inmigrantes y medidas proteccionistas. Son apenas algunas de las cosas que preocupan a pobladores y gobernantes.
El presidente Nayib Bukele prometió cambios pero, de la promesa al hecho hay un gran trecho, cuando el país enfrenta serios problemas que solo con palabras y esperanza no se resuelven, según expresan analistas y economistas salvadoreños.
El escenario posiblemente este invadido de promesas y de esperanzas, si se miran algunas estadísticas alarmantes sobre la baja en la producción de cereales y su impacto para 2025, entre otros.
El desempleo, las carencias y amenazas como la introducción de la minería metálica llegarán en el 2025.
Aunque no se ve en las calles, la situación es crítica para muchos hogares salvadoreños en el plano económico. Según encuestas muchos piensan emigrar en los próximos tres años y algunos hoy no cenarán.
Según algunos analistas el país se prepara para asumir el desafío pero los resultados solo se verán en un futuro pero ahora, muchos fogones permanecen apagados en el país mientras, en otros lados no faltarán las cenas, los fuegos de color y la pólvora que inundará escenarios.
Es una interrogante si se consumará el cambio prometido por Bukele, hay labores, planes, proyectos, acuerdos y un notorio acercamiento a las tecnologías de punta pero, hay que ver si eso resultará en beneficio de la población o solo será una apertura favorable a las grandes empresas y a los sectores más pudientes.
Pero, pese a todo los contratiempos, hay esperanza de que el desempeño del mandatario, con un respaldo del 91 por ciento de la población, según una encuesta CID Gallup, lleve a sus compatriotas a un escenario que no sea solo de luces y circo, y se produzca el segundo “milagro”, la prosperidad económica.
Si Dios, quiere, como responden muchos salvadoreños al despedir 2024 y abrir las puertas al 2025.
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