La inclusión en el listado patrimonial de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) supondría un reconocimiento a la importancia de la centenaria práctica de bañarse en aguas calentadas de forma natural.
Estoy convencido de que la cultura de las aguas termales es equivalente a la elaboración tradicional de sake y de licores destilados «shochu», que fue aceptada en la lista de la Unesco en diciembre último, declaró el gobernador de la prefectura de Tottori y líder del grupo, Shinji Hirai.
La cultura de las aguas termales es un estilo de vida ampliamente compartido por el pueblo japonés; las aguas minerales que se encuentran en unos tres mil sitios del país son un regalo de la naturaleza que ha estado curando la mente y el cuerpo de nuestro pueblo por generaciones, añadió Hirai.
El grupo de gobernadores, creado en noviembre de 2022 y que representa a 44 de las 47 prefecturas de Japón, tiene previsto elaborar en marzo próximo una encuesta sobre la situación actual de las zonas de aguas termales en todo el territorio nacional, incluida la necesidad de protegerlas como patrimonio cultural.
Posteriormente, instará al gobierno del primer ministro Shigeru Ishiba a que promueva su campaña, con la esperanza de que la medida contribuya a la revitalización de esos lugares.
Los esfuerzos para incluir las fuentes termales en la lista cobraron impulso después de que la cultura de la sauna en Finlandia fuera inscrita como patrimonio inmaterial en 2020, y un comité de la Unesco la calificara como «parte integral de la vida de la mayoría de la población finlandesa».
Japón tiene muchas entradas en la lista de patrimonio inmaterial de la Unesco; la elaboración tradicional de sake fue la más reciente, convirtiéndose en la 23ª del país.
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